sábado, 9 de julio de 2011

¿Porque las transnacionales inundan al mundo con propiedad intelectual?

Ramón Lorenzo
 

Las empresas transnacionales adoptaron el sistema mundial de patentes para colonizar los mercados globales y comercializar sus mercancías sin barreras tecnológicas que obstaculicen el desarrollo de sus industrias militares, alimentarias, farmacéuticas, mecánicas, electrónicas y toda otra rama de la tecnología existente, pues todo es patentable para la nueva doctrina de la propiedad intelectual.
Bajo un máscara de innovación y modernidad, las principales empresas estadounidenses y europeas presionan y suman a los gobiernos de los países en desarrollo y más pobres para que mantengan un sistema de patentes alineado con las políticas marcadas por los organismos internacionales de propiedad intelectual, quienes a través de sus enviados, reaseguran el eficaz de la normativa global enmarcada en los acuerdos TRIPS-ADPICs, impuestos por las empresas propietarias de la mayor parte de las patentes y de las marcas registradas en el mundo.

 
Al mismo tiempo, las denominadas industrias culturales o industrias del copyright, que engloban las obras musicales, literarias, pictóricas y demás disciplinas del arte, son controladas a través de los derechos de autor y conexos, del mismo modo que son regulados los servicios y productos audiovisuales, cine, televisión, radio, internet, CDs, DVDs, estc.
En un doble juego de pinzas, estas empresas criminalizan a quienes intentan entrometerse como competencia en su vasto mercado global: usuarios individuales, manteros, pequeñas empresas, artesanos, comerciantes sociales y todos aquellos quienes se encuentren por fuera de su matriz normativa global, acusándolos de piratería.
La crisis del capitalismo global iniciada en los Estados Unidos hizo que el G8 impulsada bajo la era Bush Jr el Tratado ACTA que intentará frenar en las aduanas y mercados del mundo a todo producto que huela a competencia de países como India, China, Malasia, Brasil u otros con algún grado de desarrollo industrial.
La propiedad intelectual como arma del capitalismo inunda y permanece estancada en todos los países del mundo ahogando sus economías nacionales y desbordando los precios de productos tecnológicos y culturales esenciales para la vida y el disfrute humanos como los medicamentos, los alimentos o simplemente la música.