tribunanoticias.mx.- Pekín, China.- El presidente electo de Estados
Unidos, Donald Trump, tiene al menos 45 peticiones de patentes
pendientes de ser aprobadas en China, que podrían violar la constitución
estadounidense y suponer un conflicto de intereses para las relaciones
con Pekín.
Desde la elección, Trump crispó al gobierno chino tras mantener una
conversación con la presidenta de Taiwán, rompiendo un compromiso hecho
por Washington de no tener relaciones oficiales con las autoridades de
la isla.
Después amenazó con imponer nuevos aranceles a los exportadores
asiáticos, pero hasta hace seis meses trabajaba discretamente en sus
negocios en China para asegurarse derechos de marca en el país.
El empresario tiene al menos 72 marcas registradas en China, que
forman parte de un extenso portafolio internacional, que es un pilar
central de su fortuna.
En abril solicitó 42 permisos adicionales, casi un año después de
declarar sus intenciones políticas de llegar a la Casa Blanca, según los
datos del gobierno chino, y en junio registró tres más.
Todas ellas fueron solicitadas bajo su propio nombre y registradas en la Trump Tower de Nueva York.
El proceso de aprobación tiene un plazo de entre 12 y 18 meses, por
lo que las autoridades chinas se pronunciarán después de que Trump haya
asumido el cargo.
Expertos de todas las tendencias políticas advirtieron sobre la
posibilidad de que la concesión entre en conflicto con la constitución
estadounidense, que prohíbe a las autoridades federales que acepten
regalos u otro tipo de “honorarios”, incluyendo salarios, pagos o
beneficios de gobiernos extranjeros.
“La obtención de una marca, los permisos y otros podrían ser
considerados como privilegios otorgados por un gobierno extranjero”,
dijo Robert Painter, asesor en ética del gobierno del expresidente
George W. Bush.
Norman Eisen, antiguo consejero de Obama en esta materia concordó.
“Cada una de estas marcas comerciales es potencialmente una retribución”, afirmó.
La “preocupación estipulada en la constitución es que los beneficios
obtenidos por los presidentes provenientes de autoridades extranjeras
vayan a distorsionar sus juicios y ciertamente, las marcas son
susceptibles de provocar esto”, explicó.
La marca Ivana
Pero la constitución no aporta ninguna solución específica, apuntó
Jay Wexler, experto constitucional en la Boston University, para quien
la destitución “sería la solución adecuada para una violación seria”.
El equipo del presidente electo no respondió a las peticiones de la AFP de comentar el asunto.
Durante la campaña, Trump criticó frecuentemente a China, pero eso no
le ha impedido intentar hacer negocios en el país, incluso buscando
como socio al gobierno.
Trump sostiene que sus activos por derechos de propiedad intelectual
tienen un valor de 3.300 millones de dólares, equivalentes a un tercio
de su fortuna, según una declaración de julio de 2015.
La protección de las marcas es crucial para permitir que el nombre
Trump se utilice en productos que van desde hoteles o corbatas.
También tiene cinco marcas registradas con el nombre de su exmujer,
Ivana, en China la primera de ella registrada en 2005, más de una década
después de su divorcio.
Las nuevas peticiones piden el uso de la palabra “Trump” y “Donald
Trump” en varios negocios, además de registrar varias fórmulas asociadas
a su nombre en chino.
Varios abogados especialistas en derecho de la propiedad intelectual,
dijeron a la AFP que las nuevas solicitudes pueden estar pensadas
contra los “ocupas”, en un país donde las patentes se otorgan al primero
que las pide.
En general, se considera que en el país la protección de la propiedad
intelectual es débil y que el sistema han dejado a grandes marcas como
New Balance o Apple desprotegidas frente a especuladores.
‘Trump es el negocio’
El presidente electo ha dicho que no va a participar en las
operaciones de sus empresas, delegando los negocios familiares a su
hijo.
Pero “Trump es el negocio esencialmente, así que yo no sé cómo se
puede divorciar de esto”, dijo el experto en la legislación china,
Edward Lehman.
En noviembre, justo después de su triunfo en los comicios, las
autoridades chinas le concedieron la victoria en una pugna por una marca
que se arrastraba desde hace una década, lo que desató las dudas de los
medios con respecto a si las autoridades le habrían dado un trato
especial.
El debate va a persistir en la medida en que Trump no se separe de
sus intereses comerciales, incluyendo sus marcas, opinó Wexler.
“¿Cómo sabemos que el presidente no va a estar influido por sus
relaciones con China?”, se planteó el experto, que precisó que tampoco
hay una certeza de en qué medida las autoridades chinas no estén
influenciadas por el hecho de que sea el presidente electo de Estados
Unidos.