Claudio Della Croce|“Lo
que acabamos de hacer es una gran cosa para los trabajadores
estadounidenses”, dijo este lunes el presidente de Estados Unidos,
Donald Trump, tras firmar la orden ejecutiva mediante la cual retiraba a
su país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por
sus siglas en inglés), decisión que tendrá su impacto en varios países
latinoamericanos.
La decisión puso fin a la participación de EE.UU. en un ambicioso
tratado comercial cuya creación fue impulsada durante siete años por el
gobierno del expresidente Barack Obama. Con Estados Unidos, el TPP
reunía en su seno a 12 países que juntos representaban en torno al 40%
del PIB mundial y un mercado de 800 millones de habitantes. En el
acuerdo participaron además tres países latinoamericanos (México, Perú y
Chile), junto a Canadá y a siete naciones de Asia Pacífico: Australia,
Japón, Malasia, Vietnam, Brunei, Singapur y Nueva Zelanda. Y el gran
ausente entre las potencias económicas del Pacífico es China.
Un tema más amplio refiere a cuál será la política comercial global de
Trump. Es casi seguro que también cesará las negociaciones del otro gran
acuerdo, la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión,
entre Estados Unidos y la Unión Europea. Y ya anunció que renegociará
el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Trump también prometió fijar altos aranceles a las importaciones de
China y México. Hacerlo implicaría violar las normas básicas de la
Orgnanización Mujndial de Comercio (OMC), por lo que el líder tendría
que descartar sus amenazas de campaña o, de lo contrario, romper con la
OMC. Sin duda, la presidencia de Trump tendrá un enorme impacto en el
futuro del sistema comercial multilateral, así como en los acuerdos
comerciales bilaterales.
Las presiones famacéuticas
Las negociaciones del TPP llevaban cinco años en curso, durante las
cuales se produjeron varias demoras por diferencias en patentes
farmaceúticas.. Estados Unidos buscaba que se concedieran 12 años de
protección a dichos medicamentos, para promover la inversión, mientras
Nueva Zelanda y Australia, temían que dichas normas elevaran el costo de
los sistemas de salud pública de sus países.
El TPP constituye un ejemplo paradigmático de elaboración de normas
internacionales guiadas por los intereses de un grupo empresarial y
adoptadas por un Gobierno como elemento fundamental de su propia agenda.
Los derechos de los pacientes de tener acceso a los tratamientos
necesarios son sistemáticamente subestimados por los partidarios de
niveles de protección ADPIC plus que seguramente serían rechazados en
foros multilaterales, como en la OMC, señaló oportunamente el South
Center.
Al igual que en otros acuerdos de libre comercio, la posición de
negociación dispar entre las partes negociadoras, así como las
expectativas injustificadas sobre “otros” beneficios comerciales que
propiciaría el TPP, serían las únicas explicaciones de una posible
aceptación de niveles de protección de los derechos de propiedad
intelectual destinados a satisfacer las incesantes demandas de la
industria farmacéutica para obtener derechos de monopolio más amplios y
duraderos, añadíó el organismo intergubernamental de países en
desarrollo.
Los otros países integrantes del TPP son Australia, Brunei Darussalam,
Canadá, Malasia, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. El nuevo
bloque comercial abarcaría a 800 millones de personas. y podría aumentar
la actividad económica mundial en 200 mil millones de dólares anuales.
La creación de este acuerdo fue visto como una iniciativa de la Casa
Blanca que busca presionar a Pekín a que empiece a “seguir las reglas”
reforzadas por el TPP. El entonces presidente estadounidense Barack
Obama aseguró que “con más de 95% de nuestros clientes potenciales
viviendo fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que países como
China escriban las reglas de la economía global”.
Los críticos de la iniciativa alegaron que fue negociado en secreto y
que beneficia principalmente a las multinacionales. En Estados Unidos
varios sindicatos argumentan que el acuerdo ayudará a que más empleos
industriales bien remunerados sean relocalizados a países de menor costo
de mano de obra en el sureste de Asia como Vietnam.
Durante
la campaña presidencial pasada, Trump incluyó la retirada de EE.UU. del
TPP dentro de las medidas que aplicaría en sus primeros 100 días de
gobierno, pues consideraba que este tipo de tratados comerciales son
lesivos para los intereses de los trabajadores estadounidenses.
Su triunfo en las urnas hizo temer lo peor entre los promotores del TPP,
porque el tratado aún esperaba por su ratificación y el asunto no es
nada fácil: se requiere el visto bueno de al menos seis de los países
signatarios y estos deben representar al menos un 85% del Producto
Interno Bruto (PIB) de los 12 combinados.En la práctica, eso significa
que no podría entrar en vigor sin el visto bueno de Estados Unidos y
Japón, que juntos equivalen al 79% del P IB del bloque.
Con los rulos hechos
Para los promotores del acuerdo en México, Perú y Chile, el anuncio dejó
sin comenzar la fiesta de varios sectores que anticipaban una bonanza
comercial. Y en las órbitas de los gobiernos, genera incertidumbre por
un acuerdo que ha sido una parte integral de la estrategia económica de
las tres naciones.
La decisión de Trump abre para para América latina una nueva serie de
interrogantes, una sobre la vigencia de la Alianza del Pacífico (AP),
que dependía del contexto librecambista impulsado por Washington, lo que
obliga a las gobiernos a barajar y dar de nuevo, a buscar el
afianzamiento de instancias regionales integracionistas como Unasur y
Mercosur, las que en el último año trataron de vaciar e invisibilizar.
En su momento, la mandataria chilena, Michelle Bachelet, lo respaldó
como un “gran acuerdo” de todos quienes creen “que el libre comercio
como una economía abierta ha sido beneficioso”. Chile fue la nación
pionera de la región en buscar sociedades comerciales distintas a las
tradicionales con Estados Unidos y Europa.
Mediante la membresía, México y Perú también buscan aumentar sus
exportaciones y atraer importantes inversiones de países asiáticos.
Según estimaciones de la Secretaría de Economía de México al momento del
anuncio del TPP, ese país podría exportar más de 150.000 millones de
dólares en cinco años hacia otros países del súper bloque.
Paralelamente, el Gobierno argentino, que había festejado que la
administración de Barack Obama había autorizado la compra de limones
argentinos, sufrió un anuncio amargo: una de las primeras medidas
proteccionistas de Trump fue dar marcha atrás descolocando la política
aperturista de Mauricio Macri.
Futuro incierto
La retirada de Estados Unidos del TPP deja el acuerdo en territorio
desconocido. “No está claro lo que ocurrirá alrededor del mundo. Varios
de los otros 11 países miembros tienen la intención de seguir adelante y
establecer un acuerdo entre ellos”, dijo Peter Petri, profesor de
Finanzas Internacionales en la Escuela Internacional de Negocios
Brandeis.
El experto destacó que para avanzar se requeriría, de entrada, un cambio
en la redacción del texto actual pues este exige que para su entrada en
vigor el acuerdo debe ser ratificado por un mínimo de seis países que
representen el 85% del PIB combinado de todos los miembros. Dado que
EE.UU. por si solo representa el 57% del PIB de las naciones del TPP,
esa ratificación no sería posible sin su participación.
Petri considera, sin embargo, que no sería difícil para los demás
miembros cambiar el texto para modificar eso y hacerlo funcionar sin
EE.UU. Japón y Nueva Zelanda ya lo ratificaron y han manifestado su
interés en seguir adelante. Otros expertos, sin embargo, no son tan
optimistas sobre las posibilidades futuras del acuerdo. ” La retirada de
Estados Unidos va a matar el acuerdo en su forma actual”, dijo Edward
Alden, investigador Consejo de Relaciones Exteriores, con base en Nueva
York.
Alden resaltó que para muchos países el principal incentivo para
participar en el TPP era acceder al mercado estadounidense, pero que
ahora esa motivación ya no existe.
Acuerdos bilaterales
Petri también vislumbra la posibilidad de que el conjunto de normas
acordadas dentro del TPP sean ahora volcadas en tratados bilaterales de
comercio entre los países que participaron en la negociación. “Estoy
seguro de que el contenido y las reglas que se negociaron serán usados
por los países para hacer acuerdos bilaterales. Tiene sentido para las
naciones asiáticas y para algunas economías latinoamericanas adaptar
este acuerdo para ayudarse en su integración.”, agregó el experto.
El
presidente de México, Enrique Peña Nieto, anunció este lunes que su
país buscará firmar inmediatamente acuerdos bilaterales con los países
firmantes del TPP. Una decisión similar fue hecha por el canciller de
Chile, Heraldo Muñoz, quien señaló que con ese objetivo ya se han
pautado encuentros con otros miembros del TPP, así como con China y
Corea del Sur.
En diciembre pasado, el ministro de Comercio Exterior de Perú, Eduardo
Ferreyros, ya había adelantado que su país acudiría a la fórmula de
negociaciones bilaterales en caso de que el TPP no avanzara. “Si no se
da el TPP en el corto plazo, se podría tener una negociación bilateral
con Australia así como Nueva Zelanda y Malasia. Con Nueva Zelanda
estuvimos dialogando para ver si negociábamos en el bloque de la Alianza
del Pacífico, lo que se configura como otro escenario interesante”,
dijo Ferreyros.
Ganadores y perdedores
Nadie cree que algún país se beneficie de la ausencia estadounidense. El
principal atractivo del TPP para la mayor parte de los restantes 11
miembros eran las oportunidades de comercio adicionales que se abrían
con Estados Unidos, que sigue siendo la mayor economía en el mundo. Sin
EE.UU. las ganancias del TPP serán menores y es difícil determinar
quiénes podrían ser los mayores beneficiarios en caso de que el acuerdo
siga adelante.
“Para las empresas automotrices de Japón es una ventaja tener acceso al
mercado de Malasia y para los fabricantes de ropa de Vietnam resulta muy
positivo poder exportar a Japón”, dijo Petri, para quien los perdedores
de la decisión son Japón y Vietnam, que tienen unas relaciones
comerciales muy fuertes con Estados Unidos que iban a ser fortalecidas
con el acuerdo.
Un estudio del Banco Mundial sobre el TPP, publicado en enero de 2016,
preveía que Vietnam y Malasia eran los países que más se iban a
beneficiar del acuerdo, con aumentos de su PIB de 10% y 8%
respectivamente para el año 2030. Destacaba que los beneficios para
Canadá y México, que tienen amplio acceso al mercado de EEUU, iban a ser
menores y que, en el caso mexicano, se reducían aún más por el
incremento de la competencia derivado de la reducción de impuestos de
aduana estadounidense para otros países miembros del TPP.
China celebra
Un estudio del Instituto Peterson sobre Economía Internacional,
publicado hace un año, resumía el impacto del TPP en la economía
estadounidense en un incremento del 0,5% del PIB y muy pocas variaciones
en el mercado laboral. Alden consideró que al retirarse del tratado no
habrá un efecto real en la economía estadounidense ya que “el acuerdo
nunca fue ratificado. Sus reglas nunca llegaron a estar vigentes, por lo
que matar al TPP no cambia nada. Se trata, principalmente, de una
oportunidad perdida y del futuro”, dijo.
La editora de la BBC británica para China, Carrie Gracie, señala que no
hay duda “del regocijo que debe estar experimentando el gobierno chino
luego de que Trump retirara a su país del TPP, acuerdo en el que Pekín
no participa. Durante años China escuchó decir a la administración del
demócrata Barack Obama que el acuerdo era una manera de formalizar el
liderazgo estadounidense en Asia, añadió.
Es probable que el presidente chino Xi Jinping esté muy satisfecho con
la noticia, tras su participación -por primer vez- en el Foro Económico
de Davos, donde acaparó todas las miradas en su defensa globalizadora.
La pregunta que se hacen los analistas es si estamos asistiendo a un
cambio del “hegemón” ante un EE.UU. que busca una nueva estrategia de
inserción internacional.
No es de extrañar entonces que Pekín considere el “eje estratégico” de
EE.UU. en Asia en general, y el TPP en particular, un plan poco
disimulado para frenar la
potencia de crecimiento de China. En noviembre pasado, la agencia
oficial de noticas china Xinhua describió el acuerdo como el “brazo
económico de la estrategia geopolítica de la administración Obama para
garantizar el dominio de Washington en la región”.
Ahora , señala Gracie, Pekín animará a los gobiernos asiáticos a
comparar la fiabilidad de las promesas chinas y la de las
estadounidenses. Estados Unidos es un poder en Asia cuando quiere, pero
China es el poder que permanece, dirá Pekín.
*Economista argentino. Investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)