Claudio della Croce
Pese a muchas idas y
venidas de último momento, las presiones y reclamos, entre los cuales
han tenido gran significación las realizadas por las centrales
sindicales de ambos bloques y las asociaciones de industriales del
Mercosur, se frustró (esta vez en Asunción) la firma del Tratado de
Libre Comercio (TLC) entre el Mercosur y la Unión Europea (UE)
El clima de optimismo que intentan transmitir con sus declaraciones las
autoridades paraguayas, argentinas, brasileñas y también uruguayas,
fijando fechas y plazos para la firma del TLC, y cuando todo parecía que
estaba encaminado para que –luego de casi 20 años de marchas y
contramarchas–, el viernes 2 marzo se anunciara en Asunción la firma de
un principio de acuerdo, no hubo consenso y la negociación seguirá
abierta por unas semanas más.
Las partes son conscientes que la
ventana de oportunidad política para cerrar un TLC se acorta cada vez
más. En abril habrá elecciones en Paraguay y en octubre en Brasil, y no
siempre se puede tener como contraparte gobiernos tan propicios a ceder a
cambio de muy poco con tal de "abrirse al mundo" como los actuales del
Mercosur.
Si bien Mercosur y la UE negocian desde 1999 un amplio
acuerdo de asociación que incluya un tratado comercial, as
conversaciones estuvieron bloqueadas completamente entre 2004 y 2010 y
recién se retomaron en mayo de 2016, con el impulso que los nuevos
gobiernos neoliberles del Mercosur le dieron a ese TLC, ofreciendo un
acceso gradual para cerca del 90% del comercio de bienes.
La
voluntad política de los gobiernos mercosureños de cerrar un TLC en un
tiempo lo más acotado posible para demostrar su apertura al mundo, abrió
la puerta para que el acuerdo se anunciara en el marco de la última
cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC), en diciembre en
Buenos Aires, pero tampoco fue posible, pese que los gobiernos del
Mercosur fueron sumando concesiones a los europeos. El presidente
Mauricio Macri había prometido que se firmaría el TLC y quedó con los
crespos hechos.
Pero la oferta de 70 mil toneladas de carne
vacuna y 600 mil toneladas de etanol con preferencia arancelaria que
ofreció la UE para el Mercosur estuvo muy lejos de las aspiraciones de
la región de llegar como mínimo a 130 mil toneladas para el primer caso.
Brasil, en tanto, pretendía llegar a un millón de toneladas para el
etanol. En Bruselas en enero, la UE elevó a 99 mil toneladas su oferta
cárnica.
A fines de febrero, miles de agricultores manifestaron
en toda Francia contra el acuerdo de libre comercio, que prevé la
importación de carne bovina proveniente de Sudamérica. "El gobierno
francés nos abandona. Nos hacen promesas (...) y por otro lado firman
acuerdos para importar carne de países con normas distintas", dijo
Sébastien Poncet, presidente de un colectivo de agricultores.
Poco antes de la ronda paraguaya, en una inédita posición unitaria, las
centrales industriales del Mercosur elevaron ante los negociadores del
TLC con la Unión Europea, una dura declaración en la que exigen
“transparencia” en las tratativas, plazos y condiciones para que los
sectores afectados negativamente por el acuerdo puedan transformarse y
continuar activos en el nuevo escenario, y un acuerdo equilibrado
reconociendo las diferencias en el nivel de desarrollo entre las partes.
Los presidentes de las centrales industriales de Argentina,
Brasil, Paraguay y Uruguay, reclamaron además, ante los negociadores
reunidos en Asunción, la inclusión de una “cláusula de desarrollo
industrial” y la preservación de diversos instrumentos de protección a
la producción y el empleo “fundamentales para el funcionamiento actual y
futuro del Mercosur”.
Paralelamente, los representantes del
movimiento sindical del Mercosur y de la UE (la Coordinadora de
Centrales Sindicales del Cono Sur (CCSCS) y la Confederación Europea de
Sindicatos, CES) entregaron a los jefes negociadores una carta, donde
expresan de manera clara y contundente las razones por las cuales no
aceptarán el acuerdo: "No se perfila un auténtico acuerdo de asociación
justo y equilibrado sino un TLC que perjudica a los países de menor
desarrollo a ambos lados del Atlántico en su industria nacional, en la
promoción de la producción y del trabajo decente", señalaron.
En
Asunción, los equipos negociadores–dirigidos por el canciller paraguayo
y por la delegada italiana Sandra Gallina–, se propusieron acercar las
posiciones en los temas automotor y agropecuario que motiva fuertes
presiones de los productores, pero no llegaron a buen puerto. Y
decidieron extender las conversaciones dos o tres semanas más, si bien
clausuraron este viernes sus reuniones en Asunción
"No pudimos
cerrar totalmente. Son cuatro o cinco temas (en los que aún no hay
acuerdo) en este momento pero yo no veo un gran problema", declaró la
directora para las Américas de la UE, la checa Edita Hrdá, quien
acompañó al canciller paraguayo en su anuncio.
La toma de
posición –quizá tardía- de sectores económicos, políticos y sociales
(asociaciones de productores, políticos, parlamentos, movimientos
sociales, sindicatos, organizaciones no gubernamentales, académicos)
tanto en el Mercosur como en Europa ha servido para impedir la firma de
un TLC ampliamente desfavorable para nuestra región.
Sigue
vigente la exigencia de transparencia en ambos bloques. Excepto por los
documentos "leakeados" hasta noviembre - nunca reconocidos ni negados
por los gobiernos como ciertos- no se conoce a ciencia cierta qué han
negociado y concedido las partes en secreto o cuáles serían los "cuatro o
cinco temas" pendientes que "no serían un gran problema" que menciona
el canciller paraguayo.
También la exigencia de estudios de
impacto, que no se deben limitar a los aspectos comerciales del TLC sino
-y ello resulta esencial por la significación estructural- a temas
clave en negociación, como servicios, propiedad intelectual, compras
públicas, comercio electrónico, entre otros.
Los analistas se
preguntan qué más pueden ofrecer los funcionarios mercosureños. Por
ahora buscan la opinión de sus presidentes, frustrados por no haber
logrado la firma del TLC pese al hermetismo y secretismo de las
negociaciones y haber cedido a casi todas las exigencias de los
europeos. Hay mucho apuro en las cancillerías mercosureñas, pero ahora
también hay resistencia en el tejido social de sus países.
Claudio
della Croce, economista y docente argentino, investigador asociado al
Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)