xataka.- El mundo en el que vivimos cree menos en el libre comercio
que hace unos pocos años. La victoria de Trump y del Brexit así lo
atestiguan, pero las consecuencias de este giro todavía no se han hecho
notar. Ya en campaña Trump amenazó con subir aranceles, y lo cierto es que empieza a cumplirlo: los aranceles de EEUU a China han aumentado y las represalias no se han hecho esperar.
Si seguimos de cerca los tweets de Trump sobre este asunto veremos
que menciona continuamente el déficit comercial de EEUU con China, pero
también pérdidas por transferencia de propiedad intelectual. ¿A qué se está refiriendo?
La propiedad intelectual y China
En China tienen un plan trazado desde hace décadas para salir de la
pobreza, y lo están ejecutando a la perfección. No se trata solo de
atraer inversión extranjera (fábricas) sino de aprender de las empresas
que se establecen allí.
We are not in a trade war with China, that war was lost many years ago by the foolish, or incompetent, people who represented the U.S. Now we have a Trade Deficit of $500 Billion a year, with Intellectual Property Theft of another $300 Billion. We cannot let this continue!— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 4 de abril de 2018
Efectivamente, si solo se busca inversión llega un día en el que
dicha inversión se irá a un sitio más barato. De hecho ya está pasando,
con muchas fábricas moviéndose a países donde la mano de obra es más
barata que en China, como por ejemplo Vietnam. Pero China ha logrado
aprender, dominar la tecnología y ser una potencia por sí sola.
Este aprendizaje ha venido impulsado por el Gobierno y usando una de las grandes ventajas de China:
su población. China es un mercado muy atractivo debido a que es un
mercado de 1.300 millones de habitantes. El Estado establece un férreo
control de las empresas que se establecen allí para vender productos o
dar servicios a su población. La excusa es la seguridad, y el objetivo
es la transferencia de tecnología y propiedad intelectual (con esto no
quiero decir que el control que establece el Gobierno chino sobre su
población sea simplemente una excusa, la represión es real y
contundente, pero la usan, además, para este objetivo).
Estás son mis condiciones si quieres vender en mi país
Cuando una empresa extranjera quiere vender un producto o un servicio
en China, lo normal es que no pueda hacerlo por su cuenta. Hay unas
condiciones. Y normalmente tiene que aliarse, de forma obligatoria, con
un partner local. El objetivo es que haya una transferencia de conocimiento y de tecnología a las empresas locales.
La idea no es nueva, ya en la URSS de Stalin se intentaba hacer lo mismo, pero China lo ha logrado elevar hasta tal punto que es un asunto de seguridad nacional en EEUU. Las transferencias tecnológicas son inmensas desde EEUU.
De hecho no hay más que ver lo complicado que tienen algunas empresas americanas para hacer negocios allí. En su día Google decidió salirse del mercado
debido a los continuos ataques y censura por parte de China. Lo cierto
es que Google estaba harto de tanta interferencia del Gobierno chino y
decidió salirse del mercado. Mucho tiempo ha pasado desde entonces, la
clase media china sigue creciendo y ahora Google lleva tiempo planteándose volver, es un mercado muy jugoso como para estar fuera.
Una empresa que ha colaborado desde el principio con las autoridades
chinas es Apple. Para Apple China es un mercado fundamental, desde el
lanzamiento del iPhone 6. Pero el Gobierno chino pide un férreo control
de los datos de los usuarios. Tanto que recientemente la compañía de
Cupertino ha tenido que mover su iCloud de ciudadanos chinos al país asiático,
llegando a un acuerdo con un socio local. Es un patrón habitual, con
excusa de la seguridad el Gobierno chino pide a una empresa americana
que lleve su tecnología al país aliándose con un socio local que aprenderá la forma de hacer las cosas.
Otro ejemplo interesante es el de Netflix. Si miramos el mapa de la cobertura de Netflix
algo destaca: la cobertura es prácticamente universal a excepción de
países en Guerra (como Siria) y China. Lo cierto es que el Gobierno le
está impidiendo la entrada, obligando al gigante del vídeo americano a
que licencie su contenido a empresas locales, con acuerdos como los que tiene con iQiyi (propiedad de Baidu).
Otra empresa que lo tuvo complicado en China fue Uber. Después de una guerra sin cuartel quemando dinero a un ritmo increíble, tuvo que aliarse con su competidor chino, Didi Chuxing. Prácticamente tuvo que salirse de China cediendo su mercado a su competidor a cambio de participar en los beneficios.
Todas las compañías que operan allí lo saben: si quieren hacer
negocio en China hay que transferir propiedad intelectual y tecnología.
Los socios locales, impuestos por el Gobierno, quieren aprender. Incluso
algunas veces algo más que aprender.
Un caso algo antiguo es el del surgimiento de Huawei como proveedor global de infraestructura de telecomunicaciones. En sus orígenes hubo disputas sobre el uso de propiedad intelectual de Cisco sin su permiso en sus productos.
Al final llegaron a un acuerdo, cuyos detalles al completo son
secretos, pero del que se conoce que Huawei dejaba de usar estas
prácticas y retiraba productos que usaban esta propiedad intelectual.
¿De verdad es tan importante?
Ahora bien, la China de hoy no es la China de finales de los 70,
cuando decidió abrirse al capitalismo y abandonar un modelo que no hacía
más que provocar hambrunas. En China existe a día de hoy mucho I+D+i,
de hecho es uno de los países más innovadores del mundo.
Por tanto ya no son tan necesarias estas transferencias de propiedad intelectual. Quizá en el pasado sí lo fueran, pero una vez que ya han empezado a investigar y desarrollar productos innovadores por su cuenta, no las necesitan. China está en un momento en que puede dejar su proteccionismo y copia de productos e innovar por su cuenta.
Es por eso que quizá a día de hoy EEUU está presionando para que estas prácticas acaben
y cualquier empresa pueda operar en China sin estos chantajes. Por
supuesto no cuestionan que las empresas tengan que cumplir la legalidad
de país, pero sí que haya que regalarles lo más preciado de las
empresas, su conocimiento.