Por: MauricioJalife
De acuerdo con los reportes surgidos de la mesa de renegociación del
TLCAN, Propiedad Intelectual es uno de los temas que siguen estando
“lejos” de alcanzar acuerdos. De entrada, el asunto sugiere que, a
diferencia del pasado, cuando estos temas solían ser moneda de cambio
para lograr acuerdos en otros rubros, hoy el escenario ha mutado y
nuestros negociadores entienden mejor la relevancia de defender ciertas
posiciones en relación a derechos de autor y patentes.
Hasta donde ha trascendido, dos son los asuntos que tienen trabada la
negociación. El primero estaría vinculado a las exigencias de Estados
Unidos de implementar medidas efectivas para suspender la operación de
sitios de internet que presumiblemente trafiquen ilícitamente con obras,
básicamente películas y música, en cuanto sean identificados y se
informe lo necesario al proveedor de servicios de internet. Esta
petición ha sido reiteradamente discutida en el pasado, habiéndose
nuestro país resistido a concederla, a través de sendas decisiones,
tanto judiciales como en el Senado.
El otro gran tema que tendría atoradas las negociaciones es el de
patentes farmacéuticas, que suele ser un punto de quiebre en muchos de
los tratados comerciales. Una de las pretensiones de Estados Unidos es
la de dotar a sus farmacéuticas de un plazo adicional de vigencia para
sus patentes, de hasta cinco años, siempre que en la tramitación de la
patente y del permiso de COFEPRIS se hubiese incurrido en demoras
injustificadas que acorten el plazo de exclusividad del titular.
Evidentemente, cuando hablamos de medicamentos patentados, un año de más
en la venta exclusiva es un ingreso extraordinario para el propietario
de la patente, y un gasto muy elevado para el IMSS, el ISSSTE y para los
consumidores del mercado privado.
De hecho, en este punto en particular la resistencia mayor proviene
de Canadá, que a lo largo de los últimos años se ha distinguido por ser
uno de los fabricantes más poderosos de genéricos, y punto de origen de
la manufactura para surtir medicamentos alternativos a millones de
pacientes en Estados Unidos.
Adicionalmente, hay algunos puntos más relacionados a patentes
farmacéuticas que son también muy sensibles de cara a la población
consumidora. Uno es el relacionado a lo que es protegible bajo patente,
que los negociadores estadounidenses insisten en extender a toda clase
de compuestos y formas de presentación de formulaciones. Asimismo,
existe también la exigencia de que a los fabricantes de medicamentos
genéricos se les obligue a realizar sus propias pruebas de eficacia y
seguridad terapéutica, sin utilizar como referencia las realizadas por
el desarrollador del producto líder. Este último punto derivaría en un
retraso notable para la llegada al mercado de copias genéricas de
diversas medicinas, e inclusive, en que resulte incosteable producirlas.
Lo paradójico de estos estiras y aflojas que se han ido replicando a
lo largo de las rondas de negociación del TLCAN, es que eran temas ya
zanjados y acordados en el llamado TPP, que la administración Trump tiró
por la borda, y que hoy constituye el referente internacional de los
derechos de Propiedad Intelectual en su versión más evolucionada.