Mauricio Jalife.-Desde la llegada de Juan Lozano Tovar al IMPI, al inicio de este sexenio, fue explícita la intención de llevar al Instituto a la digitalización de sus servicios. Si bien la pretensión estaba fuera de toda duda en cuanto a sus ventajas, sorprende la velocidad con la que el objetivo ha sido cumplido.
El pasado 16 de agosto, vio la luz el acuerdo que establece
los lineamientos para los servicios electrónicos del Instituto, con lo
que se inaugura una nueva era en la prestación de servicios de Propiedad
Industrial en el país.
Hay que
recordar que, ya desde hace varios años, algunos de los servicios eran
accesibles por vía electrónica, como las búsquedas de antecedentes y la
presentación de solicitudes de marca, sin embargo, la mayor parte de la
comunicación con el Instituto seguía siendo física y tradicional. No
hace falta señalar las ventajas que la tramitación digital aporta, en
términos de abatimiento de tiempos y recursos, así como ganancias en
transparencia.
La consecuencia
inmediata de la existencia de la nueva plataforma es el acercamiento de
los servicios a zonas del país que geográficamente se encontraban
alejadas de las oficinas regionales del IMPI, o de la sede central en la
Ciudad de México. El acercamiento no solo debe entenderse en las
virtudes ubicuas propias de lo digital, sino en la simplificación de los
trámites, al eliminarse muchas de las formalidades de la gestión
tradicional.
Una de las
mejores amenidades del sistema es que se abre la opción de hacer uso del
mismo sin tener que sujetarlo a la llamada “firma digital”, que muchas
veces marginaba a múltiples usuarios de la posibilidad de acceso,
particularmente empresas de nueva creación y empresarios ubicados fuera
de centros urbanos. Será ahora el CURP el que bastará para abrir las
puertas del reino.
En el caso de
patentes este cambio puede ser trascendental, al facilitar a los
usuarios la presentación de solicitudes y su preparación tutorial. La
descripción de una invención, en términos técnico-jurídicos, exige
ciertos estándares que le convierten en una tarea especializada. Con
este tipo de herramientas, el acompañamiento que los recursos
informáticos pueden ofrecer debe llevar a los innovadores mexicanos a
tener mayor familiaridad con bases de datos y patentes extranjeras, que
en sus áreas de actividad podrían detonar nuestra capacidad de
generación de tecnología jurídicamente protegible.
La siguiente
gran escala que el sistema digital del IMPI deberá cubrir, es la de los
procedimientos contenciosos. Los juicios en línea representan ya en
algunas materias una alternativa confiable, que dota de celeridad y
simplicidad de formas a los usuarios. Sin embargo, el intrincado
laberinto de recursos oponibles a las decisiones del IMPI, desechan
cualquier avance que en la parte administrativa se pueda alcanzar. En
ese renglón, una reforma total se impone como indispensable.
En la
concepción de un sistema de Propiedad Intelectual completo y compatible
con cualquier idea de desarrollo, la digitalización de los servicios es
un avance notable al que no hay que regatearle beneficios. Es una forma
de preparar el sistema para la llegada de tecnologías de inteligencia
artificial, que es claramente “la nueva frontera” en la interfase entre
los ciudadanos-usuarios y el gobierno digital.