Un análisis del Financial Times grafica esta
situación que le genera a la industria miles de millones de dólares en
venta de medicamentos. Sólo el olvidado Prozac le dio US$ 35 millones
a Eli Lilly en el primer semestre de este año.
Cluster Salud. Según un análisis elaborado por Financial Times, las
grandes farmacéuticas están obteniendo miles de millones de dólares en
utilidades, a pesar de tener patentes vencidas de medicamentos, los
cuales siguen siendo un negocio redondo. Quizá hasta más redondo. En
octubre del año pasado, el ejecutivo farmacéutico, Martin Shkreli,
provocó una protesta a nivel internacional por subir el precio de un
fármaco que se administra a enfermos de sida. El incremento fue de
5.000%. Esto generó que muchos inversionistas comenzaran a preocuparse
de si esto generaría una política de control de precios como ocurre en
Europa.
Las acciones farmacéuticas comenzaron una gran caída, en
tanto Ian Read, ejecutivo de Pfizer, intentó tranquilizar a sus
accionistas, recordando que la industria era la única con obsolescencia
incorporada en sus productos. Esto, ya que una vez que expira una
patente, el precio de un medicamento puede bajar mucho debido a que el
fabricante pierde el derecho exclusivo a vender ese producto. A raíz de
esto, las farmacéuticas señalan que esa es la razón que tiene para
cobrar precios tan altos, para cubrir los costos de descubrimiento de
una droga y traerla al mercado, en un proceso que puede durar hasta 10
años. En promedio pueden gastar US$ 2.600 millones por cada medicina,
según el Centro Tufts para el Estudio del Desarrollo de Drogas, en
Boston.
De todas formas, las compañías farmacéuticas
siguen obteniendo grandes ganancias por venta de medicamentos donde ya
no tienen la patente, según Financial Times. En la práctica los siguen
vendiendo a precios altísimos, a pesar de que existen fármacos
genéricos, de fácil acceso para las personas. ¿Por qué los pacientes
pagan mucho más por algo que podrían conseguir más barato? Por
ignorancia, por poder y/o adhesión a la marca, porque es lo que les
receta su médico, porque creen que el original es mejor, etc. El costo
no siempre es la variable de ajuste, en especial en temas de salud,
donde las personas prefieren empobrecerse si creen que eso los llevará a
curarse o sentirse mejor.
Cabe señalar que estas prácticas no son ilegales,
pero según los críticos atentan contra el pacto entre las farmacéuticas y
los pacientes, ya que sólo debiera tener precios altos para
medicamentos innovadores. Esta es una práctica regularizada en la
industria. En los primeros seis meses de 2016, Pfizer obtuvo US$ 2.000
millones en ingresos en Estados Unidos de sus productos establecidos, donde vende medicamentos de marca sin patentes.
Las diferencias de precio entre los fármacos de
marca y los genéricos pueden ser muy grandes. Ocurre por ejemplo en el
caso de Lipitor de Pfizer, que puede llegar a costar US$ 10 para una
píldora de 20 mg, mientras que el genérico cuesta sólo US$0,6
centavos, según datos del gobierno de Estados Unidos. En algunos casos,
los medicamentos ya son muy antiguos, como en el caso de Eli Lilly, que
descubrió el antidepresivo Prozac en 1987 y los genéricos ya tienen más
de 15 años en el mecado. Sin embargo, la compañía vendió US$ 35
millones en la primera mitad del año.
Entervistado por el Financial Times, el doctor Peter Bach, director de la unidad política de salud del Memorial Sloan Kettering de Nueva York, plantea que frenar el envejecimiento de los fármacos de marca en relaciones a versiones más baratas, socava la industria.“Ellos dicen a los elaboradores de las políticas que los medicamentos pueden costar mucho, que hay este reloj de arena, y en el momento en que expira a continuación los medicamentos se vuelven súper baratos, y luego se da un gran beneficio social para todos los tiempos”, afirma Bach. “Pero, en realidad, todo el tiempo se están propagando rumores sobre la eficacia y seguridad de los medicamentos genéricos.”
Ocurre porque, para los laboratorios, la tentación es mucha: por cada unidad que venden, la investigación
y desarrollo ya fueron amortizadas hace mucho tiempo. Es ganancia 100%.
Así, las farmacéuticas habrán perdido la patente, pero estrujan el
limón al máximo hasta el final.