hatsnew.com.- La descarga de películas y series de Netflix para su posterior visualización es algo que muchos llevábamos años esperando, y hace pocas semanas que es posible: bajamos el vídeo y lo vemos cuando no tengamos acceso a Internet, como en un avión, por ejemplo.
Esta
funcionalidad no ofrece nada innovador, nada que otras empresas no hayan
implementado anteriormente, pero eso no ha sido motivo suficiente para
evitar la demanda presentada por la empresa Blackbird Technologies, una
compañía que no tiene productos o servicios, solo tiene patentes,
basando su negocio en la demanda a otras empresas para ganar dinero con
ellas (sí, el típico troll de patentes).
Blackbird
fue fundada por dos ex abogados de patentes de grandes firmas, Wendy
Verlander y Chris Freeman, y son propietarios de una patente que nació
en el año 2.000, presentándose como una tecnología que descarga
contenido de un servidor, lo graba en un CD y lo envía por correo
tradicional a un cliente. BlackBird considera que la descarga de vídeos
de Netflix usa una filosofía semejante, y en ello basa la demanda.
La patente en cuestión era originalmente de Sungil Lee, según cuentan en arstechnica.com,
un empresario que en 2011 la vendió su patente a Innovative Automation
LLC, un troll de patentes que presentó docenas de demandas en el este de
Texas y California. La Oficina de Patentes de los Estados Unidos la
registró con un lenguaje confuso, de forma que puede interpretarse de
varias formas, llegando a “un método de duplicación de datos
implementado por computadora”.
Es muy posible que la demanda no
llegue a buen puerto, pero en caso de que no sea así, tenemos un nuevo
problema: los tribunales pueden interpretar frases de hace 20 años como
si estuvieran aplicadas a tecnologías actuales, y eso impedirá el avance
en muchos sectores clave en este sector.