swissinfo.- Con un nuevo récord de exportaciones en 2016, la industria farmacéutica se confirma como nunca como pilar de la economía suiza. El fenomenal crecimiento se debe en gran medida a la subida del precio de algunos medicamentos. Una situación que denuncian numerosos actores del sector mundial de la salud.
Los relojeros,
fabricantes de máquinas herramienta y responsables del sector turístico
lo pasan mal, mientras un sector productivo parece inmune a los embates
de la fortaleza de franco suizo
y las turbulencias de la economía global: la industria farmacéutica.
Más aún, en un contexto de desaceleración económica, las 250 empresas
que conforman la industria farmacéutica en Suiza registraron nuevamente
un desempeño histórico en 2016, con exportaciones superiores a los 80 000 millones de francos, un 15% más que el año previo.
La industria farmacéutica representa alrededor del 40% de las
exportaciones suizas. Y si se le suma la industria química,
prácticamente uno de cada dos francos que gana Suiza en el extranjero
proceden de dichas actividades, presentes en el país desde hace casi 150
años. Un grado de concentración que no se había observado nunca y que
vuelve a la Confederación Helvética cada vez más dependiente de las
multinacionales farmacéuticas –como Novartis, Roche o Merck Serono–, ya
que se han vuelto indispensables para asegurar la estabilidad de la
actividad industrial y para garantizar millares de puestos de trabajo en
el país alpino.
Hoy, el sector farmacéutico emplea a más de 40
000 personas en Suiza. Y el dato asciende a 180 000 si se suman los
empleos indirectos vinculados a este sector, según un estudio
del Instituto de Investigación Económica BAKBASEL. La trayectoria que
se observa a lo largo del tiempo es espectacular: a finales de los años
90, esta rama productiva era responsable del 2% de la llamada creación
de valor de la economía suiza. Hoy, el dato es de 4%.
Lo anterior se explica en la suma de varios factores: una demanda
cada vez más importante de medicamentos por parte de los países
emergentes, el envejecimiento de la población en los países
desarrollados, el incremento de las enfermedades crónicas y la explosión
del precio de algunos medicamentos. Las cifras obtenidas por
swissinfo.ch en la Administración Federal de Aduanas (AFD) revelan que
aunque las exportaciones de las industrias química y farmacéutica
crecieron 1,8% en 2016 con respecto al año previo, el ‘boom’ que vive la
demanda de estos productos hizo que se encarecieran 9,5% durante el
periodo citado.
“Suiza es, a la vez, rehén y cómplice de su industria farmacéutica”
Patrick Durisch, Ojo Público
La
subida de precios representa un gran problema en opinión de diversos
actores de la salud pública mundial. “Un repunte del precio de los
medicamentos no solo es un problema para los países emergentes y en
desarrollo. También en Suiza y Europa hay pacientes que no pueden
acceder a algunos tratamientos porque son demasiado caros. Una explosión
de precios que, con el paso del tiempo, pone en peligro el sistema de
seguridad social y a los seguros de salud”, destaca Patrick Durisch,
responsable de temas de salud en la oenegé suiza Ojo Público.
Pero
considerando el creciente peso económico que tiene esta industria y las
amenazas de deslocalización que lanza de forma sistemática, las
autoridades suizas están cada vez más maniatadas cuando se trata de
intervenir para obligar una baja de pecios en algunos medicamentos,
denuncia Patrick Durisch. “Suiza es, a la vez, rehén y cómplice de su
industria farmacéutica. La intervención de la Secretaría de Estado de Economía ante el Ministerio de Salud de Colombia, para impedir que el anticancerígeno Glivec (Novartis) perdiera la patente y fuera declarado de interés público, ilustra perfectamente esta situación”, afirma.
La
industria farmacéutica justifica sus precios elevados –el tratamiento
de un solo paciente puede costar varias decenas de miles de dólares–
argumentando los costos en los que incurre para financiar la
investigación y que los tiempos y procedimientos que anteceden a la
comercialización de un nuevo medicamento son cada vez mayores. A ello se
suma la férrea competencia que supone el creciente mercado de los
genéricos.
Sin embargo, estos argumentos no convencen a Patrick Durisch:
“Hay una carencia total de transparencia con respecto a los costos en
los que incurren [las empresas] en materia de investigación y
desarrollo. Aunque la industria afirma que invierten alrededor de 2 600
millones de francos suizos para desarrollar un nuevo medicamento, los
organismos no lucrativos especializados en salud consideran que la suma
es de solo 200 o 300 millones de francos”. Para el representante del Ojo
Público, los precios de los medicamentos se fijan en realidad basándose
en “la necesidad que tienen los pacientes y a partir de negociaciones
que se realizan país por país, pero que toman como referencia de partida
el elevado precio que tienen los medicamentos en el mercado
estadounidense”.
Retomar el control sobre el precio de los medicamentos
El Gobierno suizo aprobó hace unos días un paquete de reglas que permitirán nuevamente controlar el precio de los medicamentos que son rembolsados por los seguros de salud. Entre 2012 y 2014, la Oficina Federal de la Salud Pública (OFSP) había ordenado bajar los precios de 1 500 productos que reembolsa el seguro obligatorio, lo que se tradujo en un ahorro del orden de los 600 millones de francos para los pacientes.
El nuevo objetivo del gobierno para los próximos tres años es de 240 millones de francos, mucho menos ambicioso que antes, pero un paso al frente en el objetivo de regular los precios de los medicamentos.
Para memoria, la industria farmacéutica impugnó –con éxito– el método que aplicaban las autoridades federales previamente, lo que obligó a la suspensión de la examinación periódica de las tarifas. De cara al futuro, esta se aplicará de nuevo una examinación, pero ahora deberá tener en cuenta la relación costo-beneficio de un medicamento con respecto a otros equivalentes y no solo la comparación entre los precios suizos con los que existen en el extranjero.