Suiza es campeona mundial en materia de patentes. En 2016, el país presentó el mayor número de solicitudes per cápita en la Oficina Europea de Patentes. ¿Tienen los suizos un espíritu de invención fuera de lo común?
swissinfo.ch.- Una máquina para separar la
grava, un indicador meteorológico que funciona con base en la humedad
ambiente y una máquina de escribir eléctrica especial. Son algunas de
las patentes registradas en Suiza desde hace más de un siglo.
Seguramente las examinó un tal Albert EinsteinEnlace externo.
Y es que el célebre físico alemán trabajó desde 1902 hasta 1909 en la
entonces Oficina Federal de la Propiedad Intelectual en Berna. Un lugar
que el mismo Einstein definió como “el convento secular donde vieron la
luz mis mejores ideas”.
Por aquel entonces, Suiza acababa de
poner fin a una guerra comercial con Alemania, que acusaba a la
industria química y farmacéutica helvética de copiar sus productos.
“Hasta la entrada en vigor de la ley federal de patentes en 1888, Suiza
era un país conocido por las falsificaciones. Es también gracias a la
práctica de copiar que nuestra economía ha crecido”, recuerda Louis
Lagler, presidente de la Asociación Suiza de Abogados de Propiedad IntelectualEnlace externo.
Más de un siglo después, la situación ha cambiado. Así lo confirman las estadísticasEnlace externo
más recientes de la Oficina Europea de Patentes (OEP), que en 2016
recibió casi 160 000 solicitudes del mundo entero. En cifras absolutas,
el número de peticiones de Suiza – unas 7 293 (+2,5% respecto a 2015) –
parece modesto. Pero si se consideran las solicitudes de patentes per
cápita, Suiza se sitúa en el primer puesto.
“La primacía de Suiza se debe a un puñado de grandes empresas que
cada año presentan un número considerable de solicitudes”, explica
Pascal Weibel, experto en patentes del Instituto Federal de la Propiedad IntelectualEnlace externo
(IPI). Se trata fundamentalmente de multinacionales de los sectores de
la farmacéutica y la ingeniería, como Hofmann-LaRoche o ABB.
Decir
que Suiza es el país más innovador solo con base en las estadísticas de
patentes, por tanto, no sería correcto, anota Pascal Weibel. “Si por
ejemplo Hofmann-LaRoche trasladara su sede social de Basilea a Vaduz,
Liechtenstein se convertiría en el país líder en patentes y Suiza
perdería su primacía. Además, algunos inventos se hacen en el
extranjero, pero se registran como suizos. Pensemos en Novartis, que
dispone de centros de investigación en Estados Unidos y China”.
Energía y robots líderes en patentes
Las
empresas suizas y alemanas – a diferencia de las británicas o
italianas, por ejemplo – han fomentado una cultura de patentes, explica Marco ZardiEnlace externo,
consultor en propiedad industrial y antiguo examinador de patentes en
la OEP. “Esto se debe a la tipología de la investigación que se lleva a
cabo en Suiza: hay muchas empresas que, además de producir, innovan”.
A
escala global, prosigue Marco Zardi, se nota un descenso de las
solicitudes en el sector farmacéutico, porque se invierte menos en
investigación y hay más medicamentos genéricos en el mercado. En cambio
han crecido las solicitudes de patentes en los ámbitos de la energía –
desde las medidas de ahorro energético hasta las fuentes renovables – y
de las tecnologías informáticas (robot).
En Suiza, la
farmacéutica y la ingeniería siguen siendo sectores innovadores, revela
el experto legal. “Hay otro campo en plena expansión: el de los
dispositivos médicos. Se trata, por ejemplo, de prótesis o aparatos que
controlan el flujo sanguíneo”.
Inventos útiles a la sociedad
Especialmente
significativo para Marco Zardi es el aumento de las peticiones de
patente que presenta el mundo académico. “Los centros universitarios han
entendido que, con las patentes, logran rentabilizar mejor el
desarrollo tecnológico y las investigaciones que llevan a cabo. Es una
evolución interesante, porque en muchas ocasiones se trata de
tecnologías punta”.
En 2016, las solicitudes de patente
europea presentadas por universidades e institutos públicos rondaron las
9 720 (frente a cerca de 8 000 en 2015). En la clasificación de la OEP
relativa a Suiza, la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) ha
pasado del puesto 19 al 13 (80 solicitudes), mientras que la de Zúrich
(EPFZ) se sitúa en el número 14 (77).
“La EPFL presenta
patentes en prácticamente todos los campos de investigación en los que
trabaja, obviamente con un claro acento en la ingeniería”, explica por
escrito Gabriel Clerc, responsable de la Oficina de Trasferencia de Tecnologías de la EPFLEnlace externo.
“Animamos a los inventores a que nos comuniquen sus inventos y evalúen
la opción de patentarlos y, sobre todo, el potencial futuro del invento.
Barajamos también la posibilidad de crear una ‘startup’ [empresa
emergente] con el objetivo de desarrollar la idea y, a ser posible, de
sacar al mercado nuevos productos y servicios”.
Depositar una
solicitud de patente, subraya Gabriel Clerc, es un método para brindar
oportunidades de desarrollo a los inventos que son prometedores. “En
definitiva, lo que cuenta no es el número de patentes, sino el resultado
final, o sea, que los productos y los servicios innovadores se pongan a
disposición de la sociedad”.
El caso particular de los relojes
Mientras
las grandes empresas con sede en Suiza suelen presentar una solicitud
de patente en la Oficina Europea de Patentes (OEP) – con el fin de
obtener una protección mayor y en más países – las compañías de menor
tamaño se dirigen aún a la antigua oficina de Albert Einstein.
“Recibimos
cerca de 2 000 solicitudes al año. Provienen de pequeñas y medianas
empresas, universidades, politécnicos y entre el 15 y el 20% de
particulares. Es interesante ver que la relojería solicita muchas
patentes en Suiza, dado que la producción, al menos la mecánica, se hace
esencialmente en nuestro país”, anota Pascal Weibel.
Lo que
determina también la decisión de dónde patentar un producto son los
costes, recuerda el asesor legal Louis Lagler. “Una patente para diez
países europeos y con diez años de validez puede costar hasta 100 000
francos. Y si se considera que una empresa presenta cientos de patentes
al año…”.
¿Qué es una patente?
Es un título que protege y valoriza un invento técnico. Los inventos patentables pueden ser productos (por ejemplo botas de esquí que calientan los pies o preparados químicos como la aspirina) o procedimientos (como la liofilización del café). El titular de la patente tiene derecho a excluir a terceras personas de la explotación comercial del invento, durante un periodo máximo de 20 años (en Suiza).
Para poder patentarlo, un invento debe cumplir tres condiciones: ser una novedad, tener aplicabilidad industrial y ser fruto de una actividad inventiva. En Suiza no se pueden patentar las ideas, los descubrimientos, las teorías científicas, los métodos de enseñanza, las variedades vegetales, las razas de animales y el cuerpo humano.
Además de las invenciones técnicas se pueden proteger también los diseños originales o las nuevas formas (diseños), los nombres de productos y logotipos (marcas), y las obras de arte como textos y canciones (derechos de autor).
Fuente: Oficina Federal de Propiedad Intelectual