No cansado
todavía de enfrentamientos, el presidente de Estados Unidos, Donald
Trump, ha planteado una vez más la posibilidad de un conflicto comercial
con China.
sputniknews.- La
Administración Trump podría imponer altos aranceles a las importaciones
del gigante asiático por supuesta violación de los derechos de
propiedad intelectual, pero esto significará un golpe de proporciones
épicas, afirma Stephen S. Roach, expresidente de Morgan Stanley Asia.
Aunque
las acusaciones pudieran estar justificadas, como se documenta en el
último informe de la Oficina del Representante de Comercio de Estados
Unidos (USTR, por sus siglas en inglés), las acciones punitivas tendrían
serias consecuencias para las empresas y los consumidores
estadounidenses, un resultado inevitable de la relación profundamente
arraigada de codependencia entre las dos economías más grandes del
mundo, explica Roach en su artículo para Project Syndicate.
El analista aconseja no olvidarse de la reciprocidad cuando se trata
de asuntos comerciales y conflictos, en este caso, el Ministerio de
Comercio de China respondió al envite de Trump prometiendo que "tomaría
todas las medidas apropiadas para resguardar resueltamente sus legítimos
derechos". Ante esto, Roach destaca tres consecuencias económicas:
En primer lugar, la imposición de aranceles a las importaciones
chinas equivale a una subida de los impuestos a los consumidores
estadounidenses. Al desviar la demanda china a otros productores, el
costo de los productos importados se elevaría notoriamente, ya que el
costo laboral de los productores chinos es cinco veces menor que el de
otros productores extranjeros.
En segundo lugar, las acciones comerciales contra China podrían llevar a
tasas de interés más altas en Estados Unidos, pues de todos los títulos
del Tesoro de Estados Unidos, un 30% pertenece a los extranjeros, entre
los cuales, según los últimos datos oficiales, China posee un 19% del
total de las inversiones foráneas.
En tercer lugar, existe un desajuste en el crecimiento de la demanda
interna de Estados Unidos todavía deprimido, donde las empresas
estadounidenses necesitan depender más de la demanda externa. Según
Roach, la Administración de Trump parece pasar por alto este hecho,
puesto que amenaza con sanciones comerciales no solo contra el gigante
asiático, sino también contra otros grandes mercados de exportación,
como Canadá y México. Lo que, siguiendo la ley de reciprocidad comercial
mencionada al principio, haría que la respuesta hacia Trump se volviera
como un bumerán en su contra.
En definitiva, el fomento de políticas que alienten a una economía a
desperdiciar su ahorro y a vivir más allá de sus posibilidades hace que
los déficits comerciales sean un hecho. EEUU no tiene la carta del
triunfo en su relación económica con China. La Administración Trump
ciertamente puede presionar al país asiático, y, en cierto sentido,
puede que tenga buenas razones para hacerlo, pero otras cuestiones más
profundas acerca de las consecuencias de tal presión han sido
prácticamente ignoradas. Ser duro con China e ignorar esas consecuencias
podría ser un error de proporciones épicas, concluye Roach.