sábado, 9 de diciembre de 2017

En el acuerdo con la Unión Europea, en el Mercosur sólo ganaría el "agropower"

Esteban Mercatante / laizquierdadiario.- El gobierno de Mauricio Macri apuesta a lograr la firma del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur en los próximos días, en el marco de la cumbre de la Organización Mundial del Comercio que se llevará a cabo en Buenos Aires entre el 10 y 13 de diciembre. 


Se trata de una aspiración también compartida del lado europeo, para marcar así un fuerte contraste con la actitud proteccionista del presidente estadounidense Donald Trump. Aunque todavía quedan algunos puntos conflictivos por terminar de definir, en ambos lados de la negociación apuestan a que se pueda estampar la firma en la Argentina.
Para Cambiemos la firma del acuerdo permitiría mostrar avances en su declarado objetivo de avanzar en la integración al mundo, anotándose un éxito político después de los reveses comerciales que tuvo con los EE. UU. en la exportación de biodiesel, que recibió aranceles antidúmping de 72 % días después de que el vicepresidente norteamericano Mike Pence visitara el país y realizara acuerdos para vencer cerdos y restablecer la compra de limones frenada en 2016 por Trump.
Como señalaron algunos analistas, el tratado de libre comercio daría además a Macri una herramienta para reducir aranceles escudándose en los compromisos externos. De esta forma, tendría mejores condiciones para vencer la resistencia de sectores afectados, centralmente de la industria.

Antecedentes

Las tratativas entre el Mercosur y la UE se remontan a 1995, cuando fue firmado del Acuerdo Marco Interregional de Cooperación, en vigencia desde 1999. Se extendieron hasta 2004, cuando fueron suspendidas por el rechazo de la UE a rever su política agrícola y ampliar las cuotas para el ingreso de algunos productos. Puntualmente, en el caso de la carne la UE ofreció entonces comprar 100.000 toneladas por año. Igual conflicto con las cuotas se dio en otros productos agrícolas y productos agrícolas procesados. Por el lado de la UE, exigían que el acuerdo se extendiera a al menos el 90 % de los bienes, y rechazaron la propuesta para el sector automotriz.
En el 2010 se relanzan las negociaciones en la cumbre UE-América Latina de Madrid. El punto crítico pasó nuevamente por la cuota de productos agrícolas de la UE. En 2012 las negociaciones volvieron a estancarse.
En 2016 se reanuda el diálogo, por el impulso de los gobiernos de Macri y Temer. En su nueva oferta la UE excluyó de la negociación una cantidad más importante de bienes que en la oferta previa, que incluyen nada menos que carne vacuna, etanol, aceite de girasol, tabaco y algunos vinos, que representan en conjunto alrededor del 7% de las compras de la UE a países del Mercosur. En el caso de la carne, la cuota se reducía de las 100.000 ofrecidas en 2004 a 78.000; el argumento para esta reducción es la salida de Gran Bretaña de la UE.
De acuerdo a Mariano Treacy y Francisco Cantamutto, "El estado actual de las negociaciones involucra un nivel de cobertura del 89,2% para el Mercosur y del 92% para la UE. En materia de reglas de origen, la UE está pidiendo reglas más flexibles para poder triangular con cadenas de valor globales, mientras que el Mercosur solicita reglas de origen más estrictas" ("Lo que se sabe (y lo que no) del acuerdo Mercosur – Unión Europea"). Aunque el porcentaje de cobertura de productos liberalizados para importaciones del Mercosur es menor que el de la UE, esta última no compromete la liberalización de productos sensibles.
La incorporación del sector agrícola al acuerdo sigue siendo el eje principal de tensiones. En esto, hay distintas posturas entre los países de la UE. Mientras que Alemania, Italia y España impulsan fuertemente el acuerdo, Francia, Irlanda y Polonia resisten la implementación de cambios en la política agrícola.
De acuerdo a Treacy y Cantamutto, otros temas en discusión son las demandas de la UE para que se incluya en las negociaciones el transporte marítimo y fluvial, el comercio electrónico, las telecomunicaciones, el acceso a redes de distribución de energía, la banca, compras públicas (Trato Nacional para compras, contrataciones y obra pública -solo gobierno central), propiedad Intelectual (extensión de indicaciones geográficas a vinos, bebidas espirituosas y otros productos agropecuarios). UE exige al MCS que firmen acuerdos sobre marcas y patentes en la OMPI, que involucran la extensión de la duración de patentes y la extensión de la protección de datos de prueba, lo que podría impactar directamente sobre el acceso a medicamentos genéricos.

¿Quienes ganan?

El principal beneficiario del tratado de libro comercio serían las empresas de la UE, que gozarán de mejores condiciones en sus exportaciones al Mercosur, más allá de que el lugar que juega el Mercosur en las exportaciones de la UE es poco relevante (el 2,5 %, ocupando el sexto lugar).
Cecilia Malmström, la Comisaria de Comercio de la UE, puso en números lo que las empresas del bloque podrían ahorrarse en sus exportaciones al Mercosur: las empresas de la UE pagan 4000 millones de euros al año a los países del Mercosur en concepto de aranceles. Ver reducido este pago no sólo les ahorraría costos, sino que abarataría las mercancías que ingresan al Mercosur; en muchos rubros industriales donde ya de por sí las empresas de la UE con ventaja competitiva por su mayor productividad, esta reducción de aranceles les otorgará mayores facilidades para ganar cuotas de mercado en detrimento de los industriales locales.
Por el lado del Mercosur, para el que La UE es el destino del 17% de sus exportaciones y origen del 20 % de sus importaciones, con los términos del acuerdo son mayores las pérdidas que las ganancias.
La Argentina espera mejorar las exportaciones de carnes y liberar las trabas que existen para los biocombustibles. Aunque la Argentina tiene desde 2016 un fallo a favor en la OMC, no logró restablecer sus exportaciones a la UE, bloqueadas por el lobby de productores agrícolas. Por fuera de esos sectores, es muy probable que el acuerdo contribuya a agravar los desbalances existentes en el comercio exterior, donde el rojo del sector industrial es crónico por la desarticulación de la estructura productiva, situación que la mayor apertura en los términos planteados por este acuerdo promete agravar. Esto vale también para el resto de la región.
En la mirada de Cambiemos, este impacto de la mayor apertura no juega en contra de sus planes. Desde 2016 tiene en la mira a numerosos sectores productivos pasibles de "reconversión", que abarcan más de 400 mil puestos de trabajo. Son aquellos considerados poco competitivos, y que requieren de subsidios, beneficios impositivos especiales y protección comercial, medidas todas que van en desmedro de concentrar recursos en que otorgar mayores beneficios a los sectores privilegiados por el gobierno, como son el campo, la agroindustria, o las finanzas. Los efectos negativos que este acuerdo podría traer para numerosos sectores económicos, no son mala noticia para el proyecto de la Argentina "supermercado del mundo".