Esteban Mercatante / laizquierdadiario.- El gobierno de Mauricio Macri apuesta a lograr la firma del
acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur en
los próximos días, en el marco de la cumbre de la Organización Mundial
del Comercio que se llevará a cabo en Buenos Aires entre el 10 y 13 de
diciembre.
Se trata de una aspiración también compartida del lado
europeo, para marcar así un fuerte contraste con la actitud
proteccionista del presidente estadounidense Donald Trump. Aunque
todavía quedan algunos puntos conflictivos por terminar de definir, en
ambos lados de la negociación apuestan a que se pueda estampar la firma
en la Argentina.
Para Cambiemos la firma del acuerdo permitiría mostrar avances en su
declarado objetivo de avanzar en la integración al mundo, anotándose un
éxito político después de los reveses comerciales que tuvo con los EE.
UU. en la exportación de biodiesel, que recibió aranceles antidúmping de
72 % días después de que el vicepresidente norteamericano Mike Pence
visitara el país y realizara acuerdos para vencer cerdos y restablecer
la compra de limones frenada en 2016 por Trump.
Como señalaron algunos analistas, el tratado de libre comercio daría
además a Macri una herramienta para reducir aranceles escudándose en los
compromisos externos. De esta forma, tendría mejores condiciones para
vencer la resistencia de sectores afectados, centralmente de la
industria.
Antecedentes
Las tratativas entre el Mercosur y la UE se remontan a 1995, cuando
fue firmado del Acuerdo Marco Interregional de Cooperación, en vigencia
desde 1999. Se extendieron hasta 2004, cuando fueron suspendidas por el
rechazo de la UE a rever su política agrícola y ampliar las cuotas para
el ingreso de algunos productos. Puntualmente, en el caso de la carne la
UE ofreció entonces comprar 100.000 toneladas por año. Igual conflicto
con las cuotas se dio en otros productos agrícolas y productos agrícolas
procesados. Por el lado de la UE, exigían que el acuerdo se extendiera a
al menos el 90 % de los bienes, y rechazaron la propuesta para el
sector automotriz.
En el 2010 se relanzan las negociaciones en la cumbre UE-América
Latina de Madrid. El punto crítico pasó nuevamente por la cuota de
productos agrícolas de la UE. En 2012 las negociaciones volvieron a
estancarse.
En 2016 se reanuda el diálogo, por el impulso de los gobiernos de
Macri y Temer. En su nueva oferta la UE excluyó de la negociación una
cantidad más importante de bienes que en la oferta previa, que incluyen
nada menos que carne vacuna, etanol, aceite de girasol, tabaco y algunos
vinos, que representan en conjunto alrededor del 7% de las compras de
la UE a países del Mercosur. En el caso de la carne, la cuota se reducía
de las 100.000 ofrecidas en 2004 a 78.000; el argumento para esta
reducción es la salida de Gran Bretaña de la UE.
De acuerdo a Mariano Treacy y Francisco Cantamutto, "El estado actual
de las negociaciones involucra un nivel de cobertura del 89,2% para el
Mercosur y del 92% para la UE. En materia de reglas de origen, la UE
está pidiendo reglas más flexibles para poder triangular con cadenas de
valor globales, mientras que el Mercosur solicita reglas de origen más
estrictas" ("Lo que se sabe (y lo que no) del acuerdo Mercosur – Unión
Europea"). Aunque el porcentaje de cobertura de productos liberalizados
para importaciones del Mercosur es menor que el de la UE, esta última no
compromete la liberalización de productos sensibles.
La incorporación del sector agrícola al acuerdo sigue siendo el eje
principal de tensiones. En esto, hay distintas posturas entre los países
de la UE. Mientras que Alemania, Italia y España impulsan fuertemente
el acuerdo, Francia, Irlanda y Polonia resisten la implementación de
cambios en la política agrícola.
De acuerdo a Treacy y Cantamutto, otros temas en discusión son las
demandas de la UE para que se incluya en las negociaciones el transporte
marítimo y fluvial, el comercio electrónico, las telecomunicaciones, el
acceso a redes de distribución de energía, la banca, compras públicas
(Trato Nacional para compras, contrataciones y obra pública -solo
gobierno central), propiedad Intelectual (extensión de indicaciones
geográficas a vinos, bebidas espirituosas y otros productos
agropecuarios). UE exige al MCS que firmen acuerdos sobre marcas y
patentes en la OMPI, que involucran la extensión de la duración de
patentes y la extensión de la protección de datos de prueba, lo que
podría impactar directamente sobre el acceso a medicamentos genéricos.
¿Quienes ganan?
El principal beneficiario del tratado de libro comercio serían las
empresas de la UE, que gozarán de mejores condiciones en sus
exportaciones al Mercosur, más allá de que el lugar que juega el
Mercosur en las exportaciones de la UE es poco relevante (el 2,5 %,
ocupando el sexto lugar).
Cecilia Malmström, la Comisaria de Comercio de la UE, puso en
números lo que las empresas del bloque podrían ahorrarse en sus
exportaciones al Mercosur: las empresas de la UE pagan 4000 millones de
euros al año a los países del Mercosur en concepto de aranceles. Ver
reducido este pago no sólo les ahorraría costos, sino que abarataría las
mercancías que ingresan al Mercosur; en muchos rubros industriales
donde ya de por sí las empresas de la UE con ventaja competitiva por su
mayor productividad, esta reducción de aranceles les otorgará mayores
facilidades para ganar cuotas de mercado en detrimento de los
industriales locales.
Por el lado del Mercosur, para el que La UE es el destino del 17% de
sus exportaciones y origen del 20 % de sus importaciones, con los
términos del acuerdo son mayores las pérdidas que las ganancias.
La Argentina espera mejorar las exportaciones de carnes y liberar las
trabas que existen para los biocombustibles. Aunque la Argentina tiene
desde 2016 un fallo a favor en la OMC, no logró restablecer sus
exportaciones a la UE, bloqueadas por el lobby de productores agrícolas.
Por fuera de esos sectores, es muy probable que el acuerdo contribuya a
agravar los desbalances existentes en el comercio exterior, donde el
rojo del sector industrial es crónico por la desarticulación de la
estructura productiva, situación que la mayor apertura en los términos
planteados por este acuerdo promete agravar. Esto vale también para el
resto de la región.
En la mirada de Cambiemos, este impacto de la mayor apertura no juega
en contra de sus planes. Desde 2016 tiene en la mira a numerosos
sectores productivos pasibles de "reconversión", que abarcan más de 400
mil puestos de trabajo. Son aquellos considerados poco competitivos, y
que requieren de subsidios, beneficios impositivos especiales y
protección comercial, medidas todas que van en desmedro de concentrar
recursos en que otorgar mayores beneficios a los sectores privilegiados
por el gobierno, como son el campo, la agroindustria, o las finanzas.
Los efectos negativos que este acuerdo podría traer para numerosos
sectores económicos, no son mala noticia para el proyecto de la
Argentina "supermercado del mundo".