Bloomberg informó el 28 de marzo que la administración estaba
considerando invocar la Ley de Poderes Económicos de Emergencia
Internacional, promulgada en 1977, que permite al Presidente declarar
una emergencia nacional por una “amenaza inusual y extraordinaria”.
El Presidente con esta ley podría bloquear transacciones y confiscar bienes.
El secretario de Comercio, Wilbur Ross, también insinuó otras
acciones en una entrevista con Fox Business Network el pasado 27 de
marzo. “Habrá limitaciones a la inversión extranjera”, declaró, al
tiempo que señaló que hay legislación pendiente en el Congreso destinada
para otogarle más poder al Comité de Inversión Extranjera en Estados
Unidos (CFIUS por sus siglas en inglés), la agencia gubernamental que
actualmente regula las adquisiciones extranjeras.
Según los analistas, el régimen chino estuvo ayudando y dirigiendo a
las empresas chinas en la adquisición de empresas tecnológicas
estadounidenses para promover los intereses nacionales, en lugar de
meros objetivos comerciales.
Invasión planificada
En una serie de artículos recientemente publicados, La Gran Época
detalló cómo el régimen planeó metódicamente robar tecnología militar
occidental, en parte mediante la adquisición de compañías extranjeras.
El Consejo de Estado del régimen chino publicó un documento el pasado
mes de julio que exponía claramente esas intenciones.
El Consejo de Estado chino también emitió un aviso el pasado mes de
agosto de 2017 alentando a las empresas chinas a invertir
específicamente en empresas de alta tecnología, limitando al mismo
tiempo las inversiones en el extranjero en bienes raíces, hoteles y la
industria del entretenimiento.
“El papel del Estado en la dirección y el apoyo de esta estrategia de
inversión en el extranjero es dominante y evidente en múltiples niveles
del gobierno: central, regional y local”, concluyó la Oficina del
Representante Comercial de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en
inglés) en su informe
recientemente publicado sobre las prácticas comerciales de China en
materia de propiedad intelectual. La investigación se abrió el año
pasado después de que el presidente Donald Trump firmara un memorando
ordenando al USTR que lo hiciera.
En el informe se detalla la forma en que el régimen chino coacciona a
las empresas chinas, tanto estatales como privadas, para que se hagan
cargo de esas adquisiciones extranjeras, al mismo tiempo que proporciona
apoyo financiero directo para afrontar tales emprendimientos.
“Perjudican la capacidad de las empresas tecnológicas estadounidenses
para innovar y adaptarse, y amenazan la competitividad a largo plazo de
la industria estadounidense”, según declara el documento.
La inversión china en Estados Unidos creció significativamente en los
últimos años. Según Rhodium Group, una consultora de investigación, la
inversión directa china en el país creció desde los 4.900 millones de
dólares en 2011 a los 45.200 millones de dólares en 2016, un aumento del
843 por ciento. También se modificó la naturaleza de las inversiones ya
que pasaron de las predominantemente “totalmente nuevas”, como por
ejemplo, cuando una empresa matriz desarrolla operaciones nuevas en un
país extranjero, a llevar a cabo recientemente adquisiciones de empresas
ya funcionando. Las inversiones en proyectos totalmente nuevos
representaban el 99,6 por ciento en 2000, en comparación con solo el 7,6
por ciento en 2010 y 2016, o sea con un 92,4 por ciento de
adquisiciones de empresas ya formadas. Las empresas estatales chinas
representaban una cuarta parte de estos nuevos acuerdos.
En el informe más reciente del CFIUS, que documentaba todas las
inversiones extranjeras en 2015, China era el país con la mayor cantidad
de transacciones “cubiertas”, o transacciones que podrían resultar en
el control de una empresa estadounidense por parte de un individuo
extranjero.
El informe del USTR encontró que los datos de inversión chinos a lo
largo de los años reflejaban las prioridades del estado, con aumentos
notables en el sector automotriz, electrónica, tecnologías de la
información y la comunicación, maquinaria industrial y aviación.
Y como resultado del creciente interés chino, el CFIUS también incrementó el control de las potenciales amenazas a la seguridad nacional, según el Grupo Rhodium.
Empresas de EE.UU. afectadas
Más recientemente, el presidente Trump bloqueó la propuesta de adquisición
de la empresa estadounidense líder en fabricación de chips Qualcomm por
parte de la empresa Broadcom, con sede en Singapur. El Tribunal de
Primera Instancia, que estaba investigando la propuesta, había expresado
su preocupación de que la empresa quedara finalmente bajo control
chino.
Hubo otros ejemplos notables de acuerdos bloqueados. Tsinghua
Unigroup, una subsidiaria de Tsinghua Holdings, una empresa de propiedad
estatal, intentó adquirir Micron Technologies, un fabricante líder de
chips de memoria con sede en Idaho, en 2015. Pero el acuerdo se abandonó
poco después por la preocupación que el CFIUS no lo aprobara. Tsinghua
Unigroup también intentó comprar una participación del 15 por ciento en
Western Digital, una empresa de almacenamiento de datos, pero retiró la
oferta en 2016. La empresa estaba financiada en parte por una empresa
de inversiones respaldada por el Estado chino, y en un momento dado el
hijo del ex líder chino Hu Jintao, Hu Haifeng, figuraba como secretario
del Partido Comunista Chino.
Otros acuerdos en cambio pudieron llegar a buen puerto. En 2016,
Beijing E-Town, una agencia de las autoridades municipales de Beijing,
compró iML, una empresa especializada en tecnología para pantallas
planas e iluminación LED. Permitió a China adquirir tecnología clave en
el desarrollo de diferentes chips para móviles y ordenadores.
Ese mismo año, la empresa privada china Ant Financial compró
EyeVerify, una empresa estadounidense con tecnología de verificación
biométrica patentada. Antes de la adquisición, los bancos estatales
chinos, las empresas y el fondo soberano del país asiático, China
Investment Corporation, participaron en la compra de acciones para
convertirse en los nuevos socios inversores de Ant Financial.
Y en mayo de 2017 se produjo la mayor adquisición de una empresa
china: la estatal China National Chemical Corp. adquirió la empresa
suiza Syngenta. Los chinos obtuvieron acceso a productos agrícolas
genéticamente modificados patentados que fueron mencionados como
objetivos en los planes quinquenales del régimen chino, además de todo
el negocio de Syngenta en Estados Unidos, según el informe del USTR.
Sin embargo, el año pasado, la reducción de salidas de capital desde
China, combinada con un mayor control por parte de CFIUS, provocó una
caída de la inversión directa china en Estados Unidos, según el Grupo
Rhodium. Las inversiones cayeron más de un tercio en comparación con el
año anterior y el valor de las nuevas adquisiciones se redujo en un 90
por ciento.
Los europeos también están preocupados
El 28 de marzo, el presidente Trump también discutió “unir fuerzas
para contrarrestar” las prácticas comerciales de China en una llamada
telefónica con la canciller alemana Angela Merkel, según la Casa Blanca.
Trump también habló con el presidente francés Emmanuel Macron sobre
temas similares.
La Cámara de Comercio de la Unión Europea concluyó en su informe de
2017 que las inversiones chinas en empresas europeas se encontraban en
campos “en los que las empresas europeas no pueden realizar inversiones
equivalentes en China, y que también permitió a las empresas chinas
acceder a tecnología, marcas y conocimientos de gestión que de otro modo
no habrían podido adquirir. En algunas industrias, como la de los
semiconductores, las inversiones intentadas y completadas abarcaron
toda la cadena de suministro industrial”.