Notimex.
Berlín.- Cientos de personas se manifestaron este domingo
en Hamburgo, en el norte de Alemania, como parte de protestas
convocadas en decenas de países contra el gigante industrial
estadounidense de semillas transgénicas y glifosato, Monsanto, acusada
de dañar el medio ambiente y la salud.
En más de 100 ciudades de todo el mundo hubo llamados a movilizarse por sexto año consecutivo en la Marcha contra Monsanto.
En Alemania, la marcha tuvo un carácter especial desde el año pasado,
cuando la farmacétucia germana Bayer anunció su fusión con la
estadounidense, formando un gigante que monopoliza el mercado mundial de
las semillas agrícolas y de los pesticidas.
Las marchas arrancaron en 2013 con el objetivo de evitar que Monsanto
avanzara y acaparara más poder en la agricultura, y para pedir un
comercio libre de semillas, sin patentes, para que no sea acaparado por
la multinacional ni monopolizado por empresas en el mercado mundial.
Además, se piden etiquetas claras en los alimentos modificados
genéticamente para conocimiento de los consumidores, así como el cese
del uso del glifosato y otros agrotóxicos y las fumigaciones, al estimar
que contaminan los cultivos y provocan daños a la salud de la población
mundial, incluso cáncer.
Los organizadores acusan también a Monsanto de la contaminación del
agua y el aire con pesticidas, e incluso de la muerte de abejas y de
otras especies, por la presencia de tóxicos en las plantas, y exigen una
agricultura más social y acabar con la lógica del beneficio económico
en la producción de alimentos.
El glifosato es el herbicida más utilizado en el mundo para eliminar
la vegetación no deseada en agricultura e incluso en jardinería, que
afecta a todas las plantas verdes y no se considera tóxico para los
animales, es comercializado por Monsanto con el nombre de Roundup desde
la década de 1970.
La patente caducó en 2000, por lo que actualmente otras compañías
producen el herbicida, muchas veces combinado con otras sustancias que
algunos expertos consideran más tóxicas.
En 1996, Monsanto empezó además a comercializar semillas genéticamente modificadas resistentes al glifosato.
Algunos estudios califican al glifosato como cancerígeno, pero otros
alegan que en las pequeñas cantidades ingeridas con los alimentos no
representa un peligro, y las organizaciones ambientales que han
intentado su prohibición no lo han logrado, y en noviembre pasado, la
Unión Europea (UE) aprobó por otros cinco años la licencia para el uso
del herbicida.
La protesta mundial contra Monsanto alcanzó una nueva dimensión desde
su megafusión con la farmacéutica Bayer, creando la mayor compañía de
semillas y pesticidas del mundo, en rechazo a su enorme poder
internacional, cuestionado por organizaciones ambientalistas y
humanitarias.
La UE recibió más de un millón de peticiones que manifestaban
preocupación por la fusión, así como preguntas sobre el glifosato y los
productos modificados genéticamente que vende el gigante estadounidense,
algunos de los cuales están prohibidos en Europa.
El año pasado incluso se llegó a someter en La Haya, en Holanda, a un
juicio simbólico a la estadounidense, en una iniciativa inédita dela
sociedad civil en la que participaron más de mil organizaciones.
El resultado fue una condena que decía que la multinacional dañaba la
salud, el medio ambiente, la alimentación y la información, según
concluyó el Tribunal Internacional Monsanto, que buscó incorporar el
término de “ecocidio” como delito ecológico al Estuto de Roma que rige a
la Corte Penal Internacional de La Haya y al derecho internacional.
La simbólica sentencia llegaba tras meses de investigación sobre el
trabajo de Monsanto en los que se constataron contaminación del
medioambiente, enfermedades y vulneración de los derechos a un medio
ambiente sano por parte de Monsanto, acusada también de impedir la
investigación científica.