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Lo que más se pide son patentes alrededor de farmacéuticos, sin embargo, eso no significa que ecuatorianos realizan más investigaciones en esa línea
"Este es más que un cambio de nombre", inició explicando el director
general del Servicio Nacional de Derechos Intelectuales (SENADI),
Santiago Cevallos, al hacer referencia a la eliminación del Instituto
Ecuatoriano de Propiedad Intelectual (IEPI). Sobre su gestión y lo que
se ha registrado, hasta el momento, el funcionario detalló que, en el
Ecuador, se reciben, alrededor, de 700 solicitudes de patentes por año y
que, los ecuatorianos enfocan sus investigaciones, mayormente en el
sector de la mecánica.
“El SENADI se enmarca dentro de lo que establece el Código Orgánico
del Conocimiento (INGENIOS), en el cual se establece una nueva
autoridad de propiedad intelectual que, a diferencia del IEPI, es más
que una oficina registral. Las actividades del IEPI estuvieron
enmarcadas dentro de la concesión del registro de marcas, de derechos
alrededor de invenciones y derechos de autor, mientras que, el SENADI,
tiene nuevas competencias”, explicó.
Según dijo, debe brindar más y mejores servicios y es, sobre estas
nuevas facultades, que se relacionan con gestión y transferencia del
conocimiento y conocimientos tradicionales, lo que el SENADI debe hacer.
La institución, comentó, pone en conocimiento de los investigadores
los datos e información previas sobre un tema para que las
investigaciones no se repitan. “En nuestro país recibimos alrededor de
700 solicitudes de patentes por año. Lo importante es mirar, en primer
lugar, qué solicitan los inventores e investigadores nacionales”.
Según relató, lo que más se pide son patentes alrededor de
farmacéuticos, sin embargo, eso no significa que los ecuatorianos
realizan más investigaciones en esa línea, pero lo que se puede ver es
que las indagaciones están enfocadas en lo el área de la mecánica. “Si
bien no tenemos mucha investigación en el ámbito farmacéutico, en este
otro punto sí somos muy fuertes”.
En cuanto a los conocimientos tradicionales, explicó, estos están en
posesión de sus legítimos poseedores y los recursos genéticos son
propiedad del Estado. Lo que se hace ahora es controlar al acceso a
estos recursos.
Comentó que la denominación de origen es un signo distintivo. “En
países como el nuestro, la calidad es lo que los diferencia. Por ejemplo
en el caso de la pitahaya palora solo se encuentra en nuestro país. Un
producto con denominación de origen cuesta más. En mercados como el
europeo, la denominación de origen genera un valor mayor y un espacio
importante en el mercado. Luego de la denominación, productores deben
cumplir con la calidad para ser productores con uso de licencia de
certificación”.
Mencionó que la obtención de un derecho de propiedad no es el fin
sino un medio para que un producto tenga éxito en el mercado. “Nuestro
país en el Código Ingenios incluye una regulación alrededor de la marca
país que identifica un producto y genera una identidad de país frente a
los mercados internacionales”, puntualizó.