lunes, 15 de julio de 2019

México debe apoyar al Congreso de EEUU en medicamentos




Maribel Ramírez Coronel.- Si ya se sabía que en Estados Unidos los demócratas no aceptaban cláusulas específicas del TLCAN renegociado —ahora T-MEC—, en particular en lo referente a derechos de trabajadores, medio ambiente y medicamentos, aun así el Senado mexicano se apresuró a ratificar el tratado con Estados Unidos y Canadá.

Ahora México está en un brete porque el Congreso norteamericano liderado por los demócratas está inamovible en su posición: no aprobarán el nuevo tratado a menos que se renegocien esos tres apartados concretos, y ante todo en la parte de medicamentos.
Y aquí la paradoja para México: el tema de medicamentos se ha convertido en el más importante en la discusión en Estados Unidos, y es obvio, pues limitar el acceso a terapias tiene un impacto directo en la vida de la gente. Y si afecta a los estadunidenses, mucho más afectará a los mexicanos dadas las condiciones del sistema de salud mexicano y sus limitados recursos.
Lo obvio es que en esa discusión México tendría que apoyar al Congreso norteamericano: si el presidente López Obrador quiere avanzar en su promesa de acceso gratuito a medicamentos para todos, esas buenas intenciones no podrá cumplirlas por muchas razones, pero en principio no lo logrará si no se introducen enmiendas al T-MEC.
El capítulo de derechos de propiedad intelectual del tratado limita la competencia al otorgar monopolios más largos y más amplios a las compañías farmacéuticas productoras de fármacos innovadores u originales que los hoy vigentes en México, y ello será a expensas de los pacientes y de los contribuyentes que lo pagarán. Al extenderse la protección de los medicamentos de patente, tardará más la llegada de genéricos o biocomparables y, sin competencia, se extienden más tiempo los elevados costos de medicamentos de última generación.
De acuerdo con una reciente publicación de South Centre —organización intergubernamental que ayuda a países en desarrollo a promover sus intereses comunes en la arena mundial—, en el T-MEC México es sin duda el más perjudicado de los tres firmantes por la excesiva protección a farmacéuticas de innovación.
“Entre otras cosas, México tendría que conceder a las ampliaciones de la vigencia de las patentes periodos de exclusividad más amplios y prolongados, también para los medicamentos biológicos costosos, tanto por las demoras en la concesión de patentes como para aquellas que se encuentren en el proceso reglamentario de aprobación, y ampliar las normas de patentabilidad, por ejemplo, exigiendo la concesión de patentes para nuevos usos”, señala el informe de South Centre.
Dicho informe, firmado por la especialista Mariana Fabiana Jorge, expone un análisis detallado de las principales disposiciones del T-MEC en propiedad intelectual relacionadas con productos farmacéuticos.
Lo paradójico es que México es el más perjudicado, pero no hace nada. Si la situación mejora, será gracias a los miembros del Partido Demócrata de la Cámara de Representantes en Estados Unidos que no quitan el dedo del renglón. Si logran renegociar algunas de esas disposiciones para restablecer cierto equilibrio entre la necesidad de fomentar la innovación y la competencia, los mexicanos seríamos los más favorecidos.
La semana pasada sucedió algo inusual: 100 congresistas en Estados Unidos firmaron una carta pidiendo al representante comercial Robert Lighthizer esos ajustes básicos al T-MEC. Y tal parece no darán marcha atrás hasta conseguirlo.
Si los estadounidenses están más preocupados por el impacto del T-MEC en el costo de medicamentos, lo que evidencia es que al gobierno y al Congreso de México no les importó o no entendieron el tema; les preocupó más que se ratificara la renegociación del tratado, sin considerar los elevados costos implícitos que hoy en EU se están dilucidando, y que, de quedarse así, encarecerán la salud en los tres países, pero ante todo en México.