martes, 17 de diciembre de 2019

El nuevo tratado de libre comercio de América del Norte blinda a las farmacéuticas estadounidenses en México





Hasta un 92% menos puede llegar a pagar un mexicano por un medicamento genérico respecto del original.

El filgrastim, por ejemplo, una medicina que se prescribe en ciertas quimioterapias o trasplantes de médula para ayudar a la fabricación de glóbulos blancos. Cuando Amgen, el fabricante, con sede en California, aún tenía la patente, llegó a valer hasta 955 euros en promedio por cada caja de 300 microgramos.
Una vez vencida, en 2006, su costo cayó hasta los 70,70 euros de media. En México, siete de cada diez mexicanos cobran como mucho, unos 440 euros al mes.
Este caso ayuda a entender cómo impacta a los mexicanos la normativa del tratado de libre comercio (TLC) que tienen suscrito México, Estados Unidos y Canadá desde 1994.
Desde que México abrió las puertas a las farmacéuticas americanas, estas han dominado el mercado de medicamentos de patente que hay en el país.
Una de las condiciones para eliminar las barreras al comercio en América del Norte fue armonizar los derechos de propiedad intelectual 
Entre 1993 y 2018, Estados Unidos obtuvo el 52% de las patentes otorgadas en México. De las veinte compañías farmacéuticas más importantes que hay en el mundo — como Amgen —, el año pasado el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) otorgó patentes a diecisiete de ellas, principalmente estadounidenses, seguidas de las suizas y las alemanas.
“Sostenemos que las grandes beneficiarias del nuevo sistema de propiedad intelectual en México han sido las empresas transnacionales, especialmente las estadounidenses”, afirma el estudio Patentes y crecimiento económico, el caso de México durante el TLCAN, publicado en 2018 por la revista Economía y Teoría Práctica, de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Una de las condiciones para eliminar las barreras al comercio en América del Norte fue armonizar los derechos de propiedad intelectual que había en los tres países de la zona. En el campo de los fármacos, las compañías americanas, las más avanzadas, querían asegurarse de que nadie les copiaría sus invenciones y se aprovecharían de sus inversiones en I+D.
Experta en patentes Fiorella Minutti: "Podríamos estar pagando un precio que no se justifica"
A la práctica, el TLC hizo que, en México, por primera vez, se regularan las patentes, que conceden desde entonces la explotación comercial exclusiva de los fármacos a sus titulares por veinte años.
La versión renegociada del tratado, de la que los tres países firmaron la versión definitiva esta semana, mantiene la protección del monopolio que tienen farmacéuticas que patentan. Además, incluye previsiones que, a la práctica, se convierten en barreras para que los medicamentos genéricos puedan entrar a competir con los originales, aseguran expertos.
Por ejemplo, ahora ya serán patentables invenciones derivadas de plantas, lo que afectará a las herbolarias. Además, en caso de demoras irrazonables en el registro sanitario o en la emisión de una patente — demoras burocráticas —, se podrán alargar los veinte años de exclusividad comercial de los medicamentos originales para compensar el retraso.
“El nuevo tratado afecta al acceso a genéricos. Podríamos estar pagando un precio que no se justifica porque el principio activo o biológico ya debería estar en dominio público”, afirma la abogada y experta en patentes Karla Fiorella Minutti, en entrevista para Público.

No hay consenso

La disponibilidad de medicamentos genéricos es especialmente importante en México, teniendo en cuenta el rápido envejecimiento de la población y la cada vez mayor incidencia de enfermedades crónicas, como la diabetes.
El director ejecutivo de la Asociación Mexicana de Laboratorios Farmacéuticos (AMELAF), Juan de Villafranca Andrade, asegura que la versión final del tratado es justa y permitirá que, en unos años, el gobierno de México se ahorre miles de millones de pesos en la compra de genéricos de medicamentos biotecnológicos — aquellos producidos por organismos vivos a través de procesos de alta complejidad, como las va-cunas o los anticuerpos. “Generará nuevas inversiones en investigación”, asegura.
Pero el T-MEC — cómo se ha bautizado al nuevo acuerdo comercial — no ha convencido a todos en el gremio. Sobre todo, porque finalmente se eliminó una cláusula que permitía proteger, durante diez años, los datos de prueba de medicamentos biotecnológicos, es decir, la información necesaria para acreditar la eficacia y seguridad de un medicamento que se quiere comercializar ante la autoridad competente.
Se eliminó una cláusula que permitía proteger durante diez años los datos de prueba de medicamentos biotecnológicos
Algunos consideran que esto inhibirá los incentivos para desarrollar este tipo de medicamentos más innovadores, que tardan entre diez y quince años en promedio en salir a mercado y requiere una inversión media de unos 1.079 millones de euros, según la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica.
“Los únicos ganadores hoy son los gobiernos extranjeros que quieren robar la propiedad intelectual de América y aprovecharse del liderazgo global de América en la investigación y desarrollo biofarmacéutico”, afirmaba esta semana Stephen J. Ubl, el presidente y CEO de la organización estadounidense que representa la industria farmacéutica en Estados Unidos, PhRMA.
El tratado de libre comercio ha influido en la baja penetración que tienen los genéricos en México, en comparación con otros países. Aquí, un año después de vencida la patente, el promedio de competidores genéricos es de 2,8 por medicamento original; en Estados Unidos, de 10,1, según la Comisión Federal de la Competencia Económica (COFECE).
El tratado de libre comercio ha influido en la baja penetración que tienen los genéricos en México
Pero este organismo apunta a otras causas que influyen en que esto sea así, más allá de los acuerdos comerciales. Por ejemplo, el hecho de que en México no se puedan comprar genéricos si el médico no los prescribe en la receta.
También, que los laboratorios no estén aprovechando la llamada cláusula Bolar, que permite desarrollar y realizar los trámites gubernamentales para comercializar un genérico durante los tres años previos a que expire la patente. La intención es que el medicamento salga a mercado inmediatamente después de que acabe el monopolio del producto original.
Esto hace que, de facto, se pueda alargar el periodo de la patente “de dos a tres años para medicamentos de moléculas pequeñas y hasta diez años para los medicamentos biológicos”, según el think tank Centro del Sur, con sede en Suiza.