La posibilidad está ahí y empieza a cobrar fuerza: cancelar la patente de la vacuna contra la covid-19. O, por lo menos, suspenderla mientras dure la pandemia. Cada vez hay más voces que así lo piden, aunque también existen argumentos en contra.
“Esto no es Liberad a Willy” explica Javier Fernández Lasquetty. “Hablar de expropiar las patentes me parece muy propagandístico, poco práctico y muy caro“, asegura el abogado experto en propiedad intelectual.
No opinan igual organizaciones como Médicos Sin Fronteras o Salud por Derecho que piden al Gobierno español que apoye la suspensión de patentes para incrementar la producción de dosis con la entrada de más fabricantes. “En un contexto de evidente tensión entre la fabricación de vacunas y la demanda de estas, y de absoluta falta de transparencia en los contratos de compra, suspender las patentes daría entrada a más fabricantes y permitiría aumentar la producción“, aseguran.
Eliminar las patentes de la vacuna de la #COVID19 es la mejor oportunidad que tenemos de mantenernos todos a salvo en esta pandemia.
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— Médicos Sin Fronteras (@MSF_Espana) February 3, 2021
En lo que todos coinciden es que el asunto es “tremendamente” complejo. “Es un tema sensible”, asegura a NIUS Ana Céspedes, directiva de IAVI, una ONG dedicada al desarrollo de fármacos asequibles. “Mi opinión y experiencia es que sin patentes no hay inversión privada, pero también hace falta que las patentes sean compatibles con la comercialización de las vacunas a precios razonables en países de rentas medias o bajas”.
Un mundo dividido por las patentes
La cuestión divide al mundo. Se puede apreciar en el mapa. 100 países, todos ellos de los llamados países pobres, apoyan la propuesta de India y Sudáfrica para que, mientras dure la pandemia, la Organización Mundial del Comercio (OMC) aplique una exención sobre ciertas medidas de propiedad intelectual en medicamentos, pruebas de diagnóstico, vacunas y otras tecnologías contra la covid-19.
La Unión Europea también se opone a la suspensión de las patentes, aunque a raíz del pulso con AstraZeneca por el incumplimiento de las dosis comprometidas, cada vez hay más voces dentro de los 27 que apuntan a la posibilidad de forzar a las farmacéuticas a ceder la licencia a otros competidores para así producir más vacunas. Voces de distinto signo político. Este mismo miércoles la presidenta de la Comisión Europea reconoció que han sido “demasiado optimistas con la capacidad de producción y quizás estábamos demasiado seguros de que lo que habíamos encargado y pagado se nos iba a entregar a tiempo”, dijo Ursula Von der Leyen.
“Cualquier medida que acelere la producción, y la de la OMC es una de ellas, nos va a venir mucho mejor a todos, porque lo que no tenemos en esta pandemia es tiempo y lo que tenemos todos los días es una media de 10.000 o 12.000 muertos y cientos de miles de contagios”, explica a NIUS Raquel González, responsable de Relaciones de Externas de Médicos Sin Fronteras.
“Todos estos problemas de entrega de vacunas y el oscurantismo de las patentes lo que está haciendo es desnudar un sistema con profundas fisuras desde hace décadas. Porque esto mismo está pasando con otros medicamentos contra la hepatitis o el cáncer, por ejemplo”, advierte Raquel González. “Impulsar la licencia obligatoria en Europa es un mecanismo excepcional que permite al estado saltarse la patente, aunque esto es extremadamente complejo y las farmacéuticas suelen demandar a los estados”.
Argumentos en contra de suprimir la patente
El coste económico es, precisamente, uno de los principales argumentos en contra de suprimir la patente:
- Motivo económico.
- Freno a la innovación
- Falta de conocimiento, experiencia e infraestructura para elaborar un producto complejo.
Expropiar las patentes es “poco práctico y muy caro”, insiste a NIUS Javier Fernández Lasquetty. “Tú cuando le quitas a un señor un derecho que lo tiene concedido por un estado, es decir, una patente, le tienes que compensar económicamente. Es como cuando te expropian una casa. Haciendo el cálculo a vuelapluma, podrían ser 3.500 millones de euros. Miles de millones por algo que después no sé si vamos a saber sacarle provecho, así que no sé si es la mejor medida que podemos tomar”, asegura este socio de Elzaburu, despacho especializado en propiedad intelectual.
“Lo de liberar la patente puede sonar como muy feliz y muy bien, pero es un proceso extremadamente complejo. Yo apostaría por una serie de mecanismos que flexibilizasen la actuación de las farmacéuticas, en caso de que estas no fueran capaces de suministrar un número suficientes de vacunas”, indica el experto. “Promover acuerdos de colaboración más estrechos para que otras plantas puedan producir la vacuna, pero respetando los derechos de los titulares de esas patentes”. “Esto -sostiene- sería una medida lógica, más económica, más respetuosa con los derechos de los titulares de las patentes y que afectaría menos a la innovación”, concluye Lasquetty.
De hecho, Pfizer ya ha anunciado contratos de colaboración con otras farmacéuticas como Sanofi, Novartis o Bayer para que produzcan la vacuna en sus plantas. Moderna también ha firmado un acuerdo comercial con Rovi para que la farmacéutica fabrique la vacuna en España.
Argumentos a favor de suprimir la patente
Los partidarios de suprimir las patentes de las vacunas apuestan también por aumentar la colaboración entre las farmacéuticas, pero no quieren que esta decisión dependa de la buena voluntad de las compañías.
Estas son las principales razones que dan para suprimir las patentes de las vacunas:
- Aumentar el proceso de producción
- Acelerar la vacunación en todo el mundo, también en los países pobres
- Evitar que el virus mute
Lo que está claro, explica a NIUS Raquel García, de Médicos Sin Fronteras (MSF), es que “hay una vacunación a dos velocidades y que la economía mundial no se va a recuperar hasta que estemos todos protegidos”.
“Hay una proyección de la Universidad de Boston que apunta a que si los más de 2.000 millones de vacunas previstas se distribuyeran equitativamente en proporción a la población de los países, la mortalidad mundial podría reducirse en un 61%“, asegura la experta.
Por el contrario, otro informe, en este caso del Instituto de Salud Global de la Universidad de Duke, recoge que el grupo de países de altos ingresos donde vive el 16% de la población mundial ha reservado el 60% del suministro mundial de vacunas. “Con ello -explica la responsable de Relaciones de Externas de MSF- sólo se reduciría la muerte un tercio, y la economía mundial no se no se va a recuperar si no estamos todos protegidos”. Además, recuerdan los científicos, si el virus se expande cada vez más y sigue descontrolado, puede haber más mutaciones.
Desde MSF apuestan por una supresión de las patentes, tal y como Sudáfrica e India han propuesto en la OMS, aunque recuerdan que la propia UE está valorando invocar el artículo 122 del Tratado Europeo para forzar a las empresas farmacéuticas a compartir su patente y que otros laboratorios puedan así producir vacunas. “La exención permitiría esto mismo que dice la UE, pero de forma global y haría que este reconocimiento, hasta ahora retórico, fuera real”, afirma Raquel González. “Para que el mundo salga de esta pandemia debemos distribuir las vacunas de manera equitativa, no basándonos en quién puede pagar más”, sentencia.
Una propuesta de exención con precedentes
España forma parte de la iniciativa COVAX, el Fondo de Acceso Global para que las vacunas contra la coovid-19 lleguen a países de renta baja y renta media-baja. Una iniciativa insuficiente para organizaciones como MSF o Salud por Derecho. “Compartir unos excedentes puede paliar una situación de emergencia, pero no va a solucionar los enormes problemas de acceso actuales y que han dado lugar a una desigualdad dramática entre los países más ricos y más pobres del mundo. La situación excepcional y sin precedentes en la que nos encontramos requiere de medidas extraordinarias para que todos los países puedan utilizar toda la propiedad intelectual, el conocimiento y los datos relacionados con las tecnologías sanitarias y ampliar así la capacidad de producción”, asegura Irene Bernal, investigadora de Salud por Derecho.
“La receta mágica estaría a disposición de todos, y no todos los países van a tener la capacidad de producir la vacuna, pero sí que hay países de rentas medias que tienen músculo financiero y tecnológico para hacerlo”, insiste Raquel González a NIUS. Esto “no es blanco o negro”, es algo “muy complejo”, pero la supresión de las patentes quitaría “de un plumazo” toda estas condicionalidades que dependen de la buena voluntad de las farmacéuticas para negociar con otras compañías la producción de las vacunas.
Si finalmente se aprobara la propuesta que se ha hecho en la OMC, apuntan desde Médicos Sin Fronteras, se crearía un espacio de colaboración mundial para la investigación, el desarrollo, la producción y el suministro de herramientas para luchar contra la covid-19. Una posibilidad de exención de patentes que está incluida en el acuerdo de Marrakech, el acuerdo por el que se estableció la Organización Mundial del Comercio, y que ya se aplicó en 2001 para luchar contra el SIDA.