Sudáfrica (AP) – Jóvenes científicos de Ciudad del Cabo están ensamblando y calibrando el equipo necesario para aplicar ingeniería inversa a una vacuna contra el coronavirus que aún no ha llegado a Sudáfrica y a la mayor parte de las personas más pobres del mundo.
La energía en los laboratorios coincide con la urgencia de su misión para reducir las disparidades de vacunas. Al trabajar para replicar la vacuna contra la Covid-19 de Moderna, los científicos están logrando poner fin a una industria que ha priorizado enormemente a los países ricos sobre los pobres tanto en ventas como en fabricación.
Y lo están haciendo con el respaldo inusual de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que está coordinando un centro de investigación, capacitación y producción de vacunas en Sudáfrica junto con una cadena de suministro relacionada para materias primas críticas. Es un esfuerzo de último recurso para hacer dosis para las personas que no lo tienen, y las implicaciones de propiedad intelectual aún son turbias.