viernes, 1 de agosto de 2025

Merck, Pfizer y Bristol Myers en la cuenta regresiva para perder su patente en medicamentos

 


 milenio

Cada año, miles de pacientes acuden a los consultorios de los médicos y se sientan con agujas en los brazos para recibir una dosis de un medicamento llamado Keytruda. 

 

Este fármaco contra el cáncer es uno de los más vendidos del mundo, generando 29 mil 500 millones de dólares (mdd) en ventas para Merck el año pasado. Pero poco a poco, el tiempo se acaba para la farmacéutica estadunidense.

En 2028, la patente de Keytruda vence, lo que permite a sus rivales vender el mismo medicamento a un precio más bajo. Los inversionistas están alarmados y el precio de las acciones de Merck se desplomó 35 por ciento en los últimos 12 meses. Si bien en la compañía se esfuerzan por demostrar que están preparados, Daina Graybosch, analista de Leerink, dice que el llamado “abismo de las patentes” se cierne sobre el negocio. Merck tiene un “enorme agujero” en sus ingresos que cubrir. “No pueden cubrirlo con un solo medicamento”, añade.El mes pasado, Merck al parecer dio un paso adelante para abordar la inminente crisis de patentes de Keytruda. La compañía está a punto de cerrar un acuerdo de 10 mil mdd para comprar la compañía de biotecnología Verona Pharma, que cuenta con un medicamento aprobado para enfermedades respiratorias que, según los analistas, podría generar ventas anuales máximas cercanas a los 4 mil mdd.

Perder los derechos de propiedad intelectual de medicamentos de gran éxito es un ritual de larga data para las compañías farmacéuticas. Las compañías pueden ganar fortunas cuando sus nuevos descubrimientos se venden por primera vez a los pacientes. Los gobiernos les otorgan cerca de 20 años de vida de la patente por medicamento.

Pero hasta la mitad de ese tiempo puede utilizarse antes de que el medicamento llegue al mercado, durante el desarrollo. Cuando la patente vence, se permite a los competidores lanzar genéricos rivales, lo que podría eliminar miles de millones de dólares de ingresos para el propietario original.
Merck farmacéutica. Reuters.

Merck no es la única. La industria farmacéutica se enfrenta a una de las crisis de patentes más graves hasta la fecha. Medicamentos con un valor aproximado de 180 mil mdd en ingresos anuales tendrán vencimiento de sus patentes en 2027 y 2028, según la firma de investigación Evaluate Pharma, lo que representa casi 12 por ciento del mercado mundial. Bristol Myers Squibb y Pfizer también se enfrentan al vencimiento de las patentes de sus medicamentos de mayor venta en 2028.

Si bien el abismo de patentes es visible con años de antelación, los inversionistas no suelen ser tan previsores y pueden sorprenderse cuando se producen, dice Tim Opler, director general de Stifel, un grupo mundial de atención de salud. “La presión sobre la industria farmacéutica para encontrar la manera de aumentar los ingresos es extremadamente alta”.

El ciclo de auge y caída es el resultado de un compromiso difícil en el financiamiento de la innovación, que es cara de crear, pero barata de copiar. Los gobiernos prefieren otorgar monopolios limitados al sector privado que financiar ellos mismos gran parte de este trabajo esencial, pero arriesgado. Stephen Haber, profesor de ciencias políticas e historia en Stanford, dice que sin patentes, los medicamentos no existirían.

Pero a menudo nadie está totalmente satisfecho con el acuerdo. Los inversionistas y las compañías farmacéuticas no siempre se sienten recompensados en un sector donde el fracaso es frecuente. Resienten especialmente otras medidas para reducir los precios de los medicamentos durante el periodo de patente, pues consideran que socavan el acuerdo.

Los sistemas de atención de salud se resisten a los nuevos medicamentos costosos, que se administran a más personas a medida que la población envejece. Los países en desarrollo tienen dificultades para acceder a la innovación hasta que vencen las patentes.

Los responsables de la formulación de políticas hacen modificaciones marginales, a menudo proponiendo ajustes en el número de años de protección de las patentes. Sin embargo, pocos se comprometen con un modelo completamente diferente.

Bhaven Sampat, economista de Johns Hopkins, afirma que el sistema actual es “una herramienta poco eficaz para incentivar la innovación”. “Compensa en exceso algunas invenciones y compensa de menos en otras”, dice. “Nadie cree que tenemos las cosas totalmente bien”.

Históricamente, para superar los periodos de crisis, las compañías farmacéuticas invertían grandes cantidades de dinero, comprando compañías de biotecnología más pequeñas, donde se descubren muchos medicamentos innovadores, para abastecer sus líneas de proyectos antes del vencimiento de la patente.

Merck continúa buscando objetivos para expandir su negocio mediante adquisiciones. “Actualmente estamos impulsando la cartera de productos más grande y diversificada en la historia de la compañía”, incluyendo una cartera en etapa avanzada que se triplicó desde 2021, según informa Merck. La oportunidad comercial potencial se estima en 50 mil mdd, solo con estos candidatos en etapa avanzada, para mediados de la década de 2030, añade.
El vencimiento de patentes pone en riesgo las ventas farmacéuticas.

El clima de incertidumbre política llevó al sector en general a actuar con cautela. Primero, las empresas temían que la agresiva Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés) del expresidente Joe Biden pudiera frenar los acuerdos. Luego vino la amenaza de Donald Trump de imponer aranceles al sector. La industria también carece de claridad sobre cuánto podrán cobrar por los medicamentos, ya que los políticos los presionan para que bajen los precios.

Linden Thomson, gerente de cartera de atención de salud en Candriam, dice que las empresas realizan la debida diligencia en las transacciones, pero muchas probablemente se contienen debido a la inestabilidad global.

    Pero pronto tendrán que enfrentarse al acantilado. “No me sorprende que las empresas estén considerando el riesgo de desembolsar miles de millones cuando desconocen su postura sobre aranceles, precios europeos y precios en Estados Unidos (EU)”, dice.

La cuenta regresiva

El sistema de patentes se estableció en Gran Bretaña durante la Revolución Industrial y se formalizó por primera vez en EU, según Haber, de Stanford.

La protección de la propiedad intelectual fue esencial para el desarrollo de la industria farmacéutica a finales del siglo XIX y para su florecimiento en países como EU, el Reino Unido y Alemania. “No es casualidad que solo unos cuantos países en el mundo sean grandes desarrolladores de productos farmacéuticos”, dice Haber.

Cuando la patente de un medicamento vence, otras empresas pueden solicitar la aprobación de sus versiones de imitación. Estas suelen fabricarse mediante ingeniería inversa y se basan en las solicitudes de patente del titular. Posteriormente, las imitaciones se someten a pruebas para garantizar que sean equivalentes al medicamento de marca. Pero, lo que es crucial, no necesitan volver a pasar por el costoso proceso de ensayos clínicos.

Si bien todas las innovaciones pueden patentarse, la industria farmacéutica sufre de los abismos de patentes de una forma que otros sectores, como la industria tecnológica, no sufren. Esto se debe principalmente a que el ingrediente activo clave de un medicamento está cubierto por una patente principal, que es difícil de inventar, y las fórmulas químicas son relativamente fáciles de copiar.

Sampat, de Johns Hopkins, dice que el promedio de patentes por medicamento es de entre tres y cinco, no los cientos o miles que cubren, por ejemplo, un iPhone. “Por lo tanto, el vencimiento de una patente no es tan importante para algo como el iPhone como lo sería para un medicamento”, dice.

Además, a diferencia del iPhone, pocos pacientes son fieles a sus marcas y los sistemas de atención de salud están ansiosos por reducir costos cambiando a versiones genéricas rápidamente después de su lanzamiento. Muchos países tienen leyes que permiten a los farmacéuticos cambiar en automático las recetas de marca por genéricos. 

Esto significa que las compañías farmacéuticas deben concentrarse en renovar sus líneas de proyectos antes de que sus productos de mayor venta pierdan la protección de la patente.
Farmacéuticas en crisis silenciosa. Shuttersock.

Actualmente, las compañías tienen mucho dinero para gastar en acuerdos debido al éxito de los medicamentos a los que se les vence la patente, además de una iniciativa de toda la industria para reducir las operaciones. EY estima que las farmacéuticas tienen un poder adquisitivo de 1.3 billones de dólares para la realización de acuerdos.

Pero después de un año de grandes acuerdos en 2023, que incluyó la adquisición por parte de Pfizer de la compañía de biotecnología oncológica Seagen por 43 mil mdd, y la compra por parte de Amgen de la farmacéutica de productos para afecciones autoinmunes Horizon Therapeutics por 28 mil los últimos 18 meses han sido tranquilos.

Las compañías buscan objetivos ideales, ni demasiado grandes ni demasiado pequeños. En 2009, antes del último gran abismo de patentes, se produjeron varias megafusiones: Pfizer compró Wyeth por 68 mil mdd, Merck compró Schering-Plough por 41 mil mdd y Roche adquirió Genentech por 47 mil mdd.

Pero no se ha producido una megafusión en el sector farmacéutico desde 2019, cuando Bristol Myers Squibb compró Celgene por 90 mil mdd. Estas grandes operaciones cayeron en desgracia entre muchos inversionistas, preocupados por el escrutinio antimonopolio y por que se les considera difíciles de integrar.

Gareth Powell, inversionista especializado en el sector salud de Polar Capital, coincide con muchos otros al afirmar que las empresas deberían evitar las megafusiones y los recortes de costos, y enfocarse en el crecimiento de los ingresos a largo plazo para impulsar las ganancias.
Los objetivos más pequeños pueden ser relativamente baratos, ya que el mercado de biotecnología registra una caída de 50 por ciento desde su pico en febrero de 2021, y muchas empresas en fase inicial operan por debajo de su valor de mercado.

Pero, idealmente, las grandes farmacéuticas buscan compañías de biotecnología con medicamentos que podrían salir al mercado pronto y venderse por miles de millones.

Thomson dice que las valoraciones pueden parecer “superatractivas” en todo el sector biotecnológico, pero hay pocas empresas con medicamentos en fase avanzada que podrían tener ventas para obtener miles de millones en ingresos.

Bajo la “inmensa presión” de los accionistas y sus Consejos de Administración, las empresas empiezan a replantearse esta estrategia y se dan cuenta de que podrían tener que invertir antes, cuando los medicamentos aún se encuentran en la fase inicial de ensayos clínicos, dice Zahid Moneer, director global de banca de inversión en atención de salud de BNP Paribas. “En respuesta a la crisis de patentes, las grandes farmacéuticas están considerando la fase 2, o incluso antes, si realmente creen que es transformadora”, afirma.

Una diferencia con respecto a la última crisis importante de patentes es que las empresas ahora buscan medicamentos para comprar en China. A menudo compran derechos fuera de China para medicamentos innovadores en fase inicial y luego realizan ellas mismas los ensayos de etapa avanzada, para poder proporcionar datos globales a los reguladores occidentales. En lo que va de año, se han firmado acuerdos de licencia entre empresas chinas y socios estadunidenses y europeos por un valor de hasta 35 mil mdd, según datos de EY.
La alianza roja.

Nanna Lüneborg, socia general de Forbion Capital, afirma que el ascenso del sector chino es “absolutamente fenomenal”. “Creo que todos estamos completamente asombrados por la escala y la calidad de los activos que provienen de China”, dice.

Pero China también pone nerviosos a los compradores, añade, porque si realizan la debida diligencia sobre una empresa estadunidense o europea, tienen poca idea de si existe un buen competidor en China, que podría entrar en el mercado y socavar el negocio. 

Daniel Parisotto, director general de Oppenheimer, dice que las grandes compañías farmacéuticas se sienten atraídas por los activos chinos –normalmente los derechos para desarrollar y vender medicamentos fuera de China– porque tienen menores costos iniciales que los acuerdos occidentales, donde gran parte del precio está vinculado a que el medicamento alcance ciertos hitos, como ensayos clínicos o aprobaciones.

    Las farmacéuticas pagan menos por adelantado que en Occidente. “Pero, en última instancia, aún no se determina si esos activos chinos tienen una mayor tasa de fracaso o la misma tasa de éxito que los activos occidentales”, dice. 

El escudo invisible de las farmacéuticas

Si bien las fusiones y adquisiciones son el método más obvio para recuperarse de un abismo de patentes, la industria farmacéutica también implementa estrategias para extender la vida útil de sus medicamentos existentes. Robin Feldman, profesor de derecho de la Universidad de California en San Francisco, afirma que el récord de extensión de una patente más allá de su vencimiento original es de más de 30 años.
Antes de Keytruda, el medicamento más vendido del mundo era Humira de AbbVie, un fármaco milagroso que combate la artritis, la enfermedad de Crohn y otras inflamaciones. En 2020, AbbVie obtuvo 16 mil mdd tan solo en EU gracias a Humira, y cobraba 77 mil dólares al año por el fármaco, según un informe del Congreso de 2021.

La empresa del área de Chicago intentó durante años conservar su medicamento. La patente básica de Humira venció en 2016, pero AbbVie obtuvo otras 132 patentes para la administración y fabricación del fármaco, lo que en esencia reforzó la exclusividad de Humira con una “maraña de patentes”. La última de estas patentes tiene su vencimiento en 2034.

Los legisladores estadunidenses se mostraron renuentes a aceptar el elevado costo persistente de Humira y demandaron a AbbVie. La ciudad de Baltimore alegó que se pagaban millones de dólares innecesariamente a AbbVie y que su estrategia de patentes violaba la ley antimonopolio. En mayo de 2021, el CEO de la compañía, Richard Gonzalez, se sentó durante tres horas y media para afrontar las críticas de los miembros del Congreso. 

Pero en 2022, un tribunal de apelaciones estadunidense falló a favor de la compañía, afirmando que no hay nada de malo en poseer muchas patentes. Las grandes compañías de tecnología tienen un arsenal de patentes mucho mayor, según el panel de tres jueces.

Sin embargo, la industria farmacéutica se enfrenta a un renovado escrutinio político por este tipo de tácticas. Trump ya criticó duramente los altos precios de los medicamentos. Dos de sus aliados en el Senado presentaron una legislación en marzo para combatir la maraña de patentes.
Sequia de adquisiciones.

Otras estrategias que las empresas pueden implementar para proteger los medicamentos de la competencia son las barreras de “secreto comercial”, dice Indradeep Bhattacharya, socio del bufete de abogados Baker McKenzie. Si bien las patentes suelen ser públicas, la legislación sobre secretos comerciales implica mantener la privacidad de un invento.

    En Europa, algunos reguladores antimonopolio y de la competencia empiezan a volverse más activos, dice Bhattacharya, “observando a las compañías farmacéuticas que intentan manipular el sistema de patentes para extender injustamente sus monopolios”.

Otra estrategia, una vez que una versión sin patente llega al mercado, es intentar evitar que esté cubierta por el seguro. Opler, del grupo de atención de salud de Stifel, dice que en EU las compañías farmacéuticas han mantenido a sus rivales fuera del mercado ofreciendo descuentos a mayoristas y gestores de beneficios de farmacia en una gama de medicamentos, a cambio de no comercializar el rival más barato del medicamento de marca sin patente.

    “Puedes usar tu poder para mantener el mercado por más tiempo”, dice.

A pesar de las predicciones de una drástica caída en las ventas, el acantilado de 2027-28 podría ser más bien una “pendiente empinada”, dice Frank Lichtenberg, profesor de administración de atención de salud de la Escuela de Negocios de Columbia.

Los medicamentos de gran éxito cuya patente expira son casi todos biológicos –infusiones derivadas de procesos biológicos, no químicos– y son más difíciles de replicar que las pastillas. Lichtenberg cree que podrían pasar cinco años hasta que las ventas se desplomen hasta 75 por ciento, mucho más tiempo de los meses que tardaron algunas pastillas que fueron un éxito de ventas en ser reemplazadas por genéricos la última vez.
A los biosimilares –versiones genéricas de los biológicos– es más difícil aplicar ingeniería inversa y los productos están sujetos a leyes diferentes, lo que significa que las farmacéuticas de marca solo comparten información general sobre el proceso de fabricación.

Cuando los biosimilares llegan al mercado, las farmacéuticas estadunidenses no pueden, por ley, sustituirlos automáticamente por alternativas más económicas, como sí pueden hacerlo con los genéricos. Y cuando lo hacen, las reducciones de precio no son tan pronunciadas. Lichtenberg estima que se venden a aproximadamente la mitad del precio del medicamento de marca, en lugar de 10 o 20 por ciento que tiene el precio de un genérico.

EU se muestra más lento que Europa en la adopción de biosimilares, pero esto podría cambiar pronto. La FDA ya estaba acelerando su proceso de aprobación de biosimilares y una reciente orden ejecutiva de Trump ordenó al regulador encontrar maneras de acelerar aún más las aprobaciones.

La administración Trump también trabaja en políticas que haría que fuera más fácil para los farmacéuticos sustituir los medicamentos de marca por biosimilares, como ya se hace en Europa.

Para empresas como Merck, todos estos posibles cambios en las políticas solo aumentan la incertidumbre sobre la gravedad del abismo de patentes.

Hace más de una década, los investigadores elogiaron Keytruda como un “salto enorme” para los pacientes. Su desarrollo clínico “inteligente y ambicioso” ayudó a Merck a convertir Keytruda en el medicamento contra el cáncer más vendido, dice Lüneborg, de Forbion Capital.

Será difícil encontrar otro medicamento que pueda tratar a tantos pacientes o generar tantos miles de millones. Merck se encuentra ahora en la misma posición que una cantidad innumerable de compañías farmacéuticas más que se prepararon para una caída en los ingresos después del vencimiento de la patente de un producto exitoso, dice Lüneborg. Al final se convierten en “víctimas de su propio éxito”.


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