Ramón Lorenzo
Las empresas transnacionales adoptaron el sistema mundial de patentes para colonizar los mercados globales
y comercializar sus mercancías sin barreras tecnológicas que
obstaculicen el desarrollo de sus industrias militares, alimentarias,
farmacéuticas, mecánicas, electrónicas y toda otra rama de la tecnología
existente, pues todo es patentable para la nueva doctrina de la
propiedad intelectual.
Bajo un máscara de
innovación y modernidad, las principales empresas estadounidenses y
europeas presionan y suman a los gobiernos de los países en desarrollo y
más pobres para que mantengan un sistema de
patentes alineado con las políticas marcadas por los organismos
internacionales de propiedad intelectual, quienes a través de sus
enviados, reaseguran el eficaz de la normativa global enmarcada en los
acuerdos TRIPS-ADPICs, impuestos por las empresas propietarias de la
mayor parte de las patentes y de las marcas registradas en el mundo.
Al mismo tiempo, las denominadas industrias culturales o industrias del copyright, que
engloban las obras musicales, literarias, pictóricas y demás
disciplinas del arte, son controladas a través de los derechos de autor y
conexos, del mismo modo que son regulados los servicios y productos
audiovisuales, cine, televisión, radio, internet, CDs, DVDs, estc.
En un doble juego de pinzas, estas empresas criminalizan a quienes intentan entrometerse como
competencia en su vasto mercado global: usuarios individuales,
manteros, pequeñas empresas, artesanos, comerciantes sociales y todos
aquellos quienes se encuentren por fuera de su matriz normativa global, acusándolos de piratería.
La crisis del
capitalismo global iniciada en los Estados Unidos hizo que el G8
impulsada bajo la era Bush Jr el Tratado ACTA que intentará frenar en
las aduanas y mercados del mundo a todo producto que huela a competencia de países como India, China, Malasia, Brasil u otros con algún grado de desarrollo industrial.
La propiedad intelectual como arma del capitalismo inunda y permanece estancada en
todos los países del mundo ahogando sus economías nacionales y
desbordando los precios de productos tecnológicos y culturales
esenciales para la vida y el disfrute humanos como los medicamentos, los
alimentos o simplemente la música.