Dr. Rosinha, Médico y Diputado Nacional del PT. Foto: archivo
Sobre este tema soy considerado molesto, pero insisto: las patentes son el
nuevo modelo de colonización. Las grandes empresas y los países ricos saben
esto y disputan en los tribunales y en los acuerdos internacionales. Disputan y
exigen privilegios.
En una de las muchas acciones en el mundo, recuerdo que en 2007 la empresa
suiza Novartis entró con una acción judicial contra la ley de patentes india.
En caso de de haber tenido éxito perjudicaría el acceso al tratamiento de las
personas que viven, no solo en la India, sino en varios países pobres o en
desarrollo que necesitan de la producción más barata de aquel país.
En ese momento, Novartis pretendía que la patente del mesilato de imatinibe,
principio activo del Glivec (medicamento para el tratamiento de lecucemia), fuera
reconocido en India, lo que fue rechazado por el tribunal indio al entender que
no se trataba de una droga nueva.
Sólo para tener una idea de los valores: el tratamiento de leucemia con el
uso de Glivec en India costaba, en ese entonces, 2.600 U$S por mes, mientras el
tratamiento con el genérico, 260 U$S. Diez veces menos.
En el primer trimestre de 2011, viajé, a invitación del gobierno alemán, a
Bruselas y Berlín. La pauta de todas las reuniones, tanto en Bruselas, con las
autoridades de la Unión Europea, como en Berlín, con las autoridades alemanas,
era el Acuerdo de Asociaciones y cooperación Mercosur-Unión Europea. En todas
las reuniones, estuvieron en debate temas ligados a las áreas de agricultura,
servicios y patentes.
La ONG Médicos Sin Frontera ha acompañado con atención y preocupación el
proceso de negociación del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre la Unión
Europea e India. Esta preocupación se debe al hecho de que 80% de los
medicamentos adquiridos por la ONG para el tratamiento del SIDA, entre los años
2003 y 2008, vinieron de la India, un granero en la producción de genéricos. En
sus TLCs o acuerdos como los debatidos con el Mercosur, la Unión Europea (UE)
quiere ir más allá: exigen el Trips Plus.
El “Acuerdo sobre Aspectos de los derechos de Propiedad Intelectual
relacionados al Comercio”, de la Organización Mundial del comercio (OMC), más
conocido por su acrónimo inglés “Trips” (Trade Related Aspects of Intellectual
Property Rights) es, hoy, la más importante fuente de Derecho Internacional
público sobre propiedad intelectual, y es quien dicta las reglas
internacionales.
Una de las reglas es que la patente tiene validad por 20 años y los
laboratorios fabricantes, entre otras cosas, exigen la extensión a 25 años. No lo podemos aceptar.
Entre nosotros, están los que defienden que continuemos colonizados, como el
ex-gobernador de Río Grande del Sur, Antonio Brito, hoy presidente ejecutivo de
Interfarma (Asociación de la Industria Farmacéutica de Investigación) y el
(lamentablemente) reconocido en el cargo de presidente del INPI (Instituto
Nacional de Propiedad Industrial), Jorge Ávila. Este se ha comportado al frente
del INPI como fiel escudero de las industrias farmacéuticas.
En una entrevista a Folha de S. Paulo, el 13/10/2010, Antonio Brito dijo que
“el juego del futuro es el juego de la innovación”, con lo que concuerdo. Dijo
también que la “primera ola, que ra la del insumo básico, del genérico la
perdimos en manos de India y, en para de China”.
Pero entonces, porqué
perdemos?
Perdemos porque él y su partido, PSDB, PFL (ahora DEM), con el apoyo del
PMDB en ese momento, entró en el juego para perder.
Hasta su independencia, la India tenía un sistema de patentes calcado del
modelo inglés, que aseguraba la patentabilidad de muchos procesos y productos.
Despúes de su independencia, la India inició progresivamente un proceso para convertir
su normativa sobre propiedad intelectual en un “instrumento de desarrollo
nacional”.
En el campo médico, el objetivo específico era esencialmente el de asegurar
precios bajos de medicamentos para la población india y de prover,
eventualmente, drogas en gran escala para enfrentar epidemias.
En 1950, la ley de patentes india fue enmendada para permitir la licencia
compulsoria y producir medicamentos protegidos por derechos de propiedad
intelectual, sin la necesidad de autorización por parte del detentor de la
patente.
En 1070, fue dado un paso todavía mayor con la aprobación de la nueva ley de
patentes de India, que entró en vigencia en 1972. Esta nueva ley de patentes
excluía medicamentos y cualquier producto farmacéutico del mecanismo de
patentamiento.
Mientras tanto, la India, que participó activamente de la Rueda Uruguay,
firmó el Trips, en diciembre de 1994. Obviamente, eso la obligó a reformular su
normativa sobre propiedad intelectual. Sin embargo, la India, aprovechándose de
la flexibilidad conferida por este acuerdo de la OMC a los países en
desarrollo, solamente modificó su ley de patentes en 2005, al final del plazo
previsto (diez años) e incorporó todas las flexibilidades aseguradas en el Trips.
O grande resultado prático
dessa estratégia da Índia relativa à propriedade intelectual é de que esse país
tem hoje a segunda maior indústria farmacêutica do mundo em volume de produção.
Y Brasil?
Brasil siguió un rumbo diferente. Con el predominio del paradigma neoliberal
en el país, comandado por Fernando Henrique Cardoso y por el PSDB, el partido
del cual Brito era uno de los líderes, PFL y PMDB, el Brasil abandonó
progresivamente cualquier tentativa de implantar una industria de fármacos
nacional.
Más allá de esto, después de haber firmado el Trips, en diciembre de 1994,
Brasil, en vez de haber esperado, como India, diez años para aprobar una ley
nacional adaptada a las directrices de aquel acuerdo de la OMC, se precipitó en
promulgarla ya en 1996.
El resultado es una gran dependencia de la salud pública brasilera en
relación a la producción de la industria farmacéutica internacional. Y todavía
tengo que oir loas al neocolonialismo y soportar la política entreguista del
INPI
El Dr. Rosinha es médico
pediatra y Diputado Federal por el Partido de los Trabajadores (PT-PR). En twitter: @DrRosinha
Traducción: Marcos Piña