Marcos Piña
"A los viejos déjennos en paz. Nada de repatriación. Promuevan a los
científicos jóvenes", le dijo el premio nobel argentino al ex
vicepresidente Carlos "Chacho" Alvarez, en abril de 2000, cuando lo
invitó a regresar al país. En 1993 había rechazado el ofrecimiento del
Ministerio de Salud.
Los investigadores argentinos y el ministro de ciencia y tecnología,
Lino Barañao, han decidido encaminarse por el rumbo de patentar los
resultados de la investigación científica en Argentina, los Estados
Unidos y Europa, y transferir luego esos conocimientos a empresas
transnacionales, cobrando regalías. Según esta lógica, los
investigadores, el Conicet y las universidades obtienen recursos para
los propios investigadores y para la institución, aunque la realidad
indica que las investigaciones son inducidas por las mismas empresas
(norteamericanas) a las que luego se transfiere la tecnología y “la
parte del león” de las ganancias.
De acuerdo con datos brindados por la Administración Nacional de
Patentes, entre los años 2000 y 2006 se presentaron 87 solicitudes de
patentes vinculadas con desarrollos del CONICET y se concedieron 12,
pero entre los años 2007 y 2013, hubo 234 solicitudes presentadas y se
concedieron 80. Estas cifras son presentadas como logros de la ciencia
argentina, aunque no parece ser tan así la verdadera historia.
La cúpula que controla el CONICET y el ministro Barañao, adhirieron al
sistema mundial de patentes liderado por las principales empresas
extranjeras Monsanto, Pfizer, Merk entre otras, quienes crean monopolios
de patentes y burbujas financieras orientando la línea de investigación
a sus propios intereses, aunque haciendo ver que se trata de patentes
nacionales. Lamentablemente han arrastrado a la presidenta Cristina
Fernández a esta política engañosa de ciencia argentina que
supuestamente generará divisas a través de regalías (Ver video).
¿Pero qué pensaba el Premio Nobel argentino César Milstein, ícono de la investigación en este país?
Contrariamente a lo que piensan los actuales “genios” del CONICET,
Milstein luego de la obtención por primera vez de los hibridomas en
1975, no tuvo el menor inconveniente en transmitir a todos los colegas
del British Medical Research Council, que se lo pidieron, los datos
necesarios para que ellos, experirnentaran en la misma línea de
investigación.
Milstein enviaba muestras o datos sobre su procedimiento y sólo pedía a
los que los recibían que no patenten los hibridomas obtenidos a
partir de las células enviadas, y que no los cediesen a terceras
personas.
Sin embargo, el 23 de octubre de 1979, HilaryKoprowski patentó la
producción de anticuerpos a partir de células tumorales, y el 1 de abril
de 1980, el mismo investigador patentó la producción de anticuerpos
contra antígenos virales. Eso no era importante para Milstein quien no
mercantilizaba los resultados de las investigaciones.
La patente de la técnica de laboratorio que permite la obtención de los
hibridomas no le pertenece al descubridor de tal técnica, el
investigador argentino Milstein, sino a un investigador del Wistar
Institute de Filadelfia, Hilary Koprowski.
Milstein consideraba que los avances científicos tenías que ser patrimonio de la Humanidad y no para usufructo personal. “La
ciencia sólo cumplirá sus promesas, cuando sus beneficios sean
compartidos equitativamente entre los verdaderos pobres del mundo” afirmaba el último Premio Nobel argentino.
El concepto de conocimiento como patrimonio de la Humanidad fue
sostenido en la Argentina por sus actuales autoridades hasta el resonado y fraudulento acuerdo con la transnacional Monsanto.
Milstein no pensaba en enriqueserse sino en el bien de los seres
humanos: el descubrimiento de Milstein produjo un avance excepcional en
el proceso de reconocimiento y lectura de células y moléculas extrañas
al sistema inmunológico pues los anticuerpos monoclonales tienen la
posibilidad de dirigirse hacia un punto específico y ellos permite una
diversidad de aplicaciones en diagnósticos, tratamientos oncológicos y
en diversos campos de la biotecnología.
En relación a los trasplantes, la utilización de los anticuerpos
monoclonales permite establecer el grado de afinidad entre los órganos y
los organismos receptores que resulta fundamental porque anticipa la
posibilidad del rechazo del órganos a trasplantarse.
La investigación de César Milstein significó un paso trascedente en la
historia de la medicina al posibilitar la fusión de los linfocitos B,
que tienen una vida media limitada en la generación de anticuerpos, con
las células tumorales que tienen una vida limitada, obteniendo un
híbrido de acción permanente. Este hallazgo que no fue mercantilizado
por el Premio Nobel significó una paso decisivo en el desarrollo de la
inmunología moderna.
César Milstein murió el 24 de marzo del 2002 en Cambrigde, Inglaterra a
los 74 años de edad y no será recordado por sus patentes y las
ganancias de las empresas como hacen los mediocres investigadores
coterráneos del Nobel, aunque si será recordado por su contribución al
avance de la ciencia y su aporte a la mejora y la calidad de vida de
millones de seres humanos.
Marcos Piña es investigador argentino