Colón Doce.- La disputa en torno al cobro de regalías que la estadounidense Monsanto
exige por el uso de su innovación (la soja transgénica Intacta) -sumada
a las quejas por la falta de un marco legal que le asegure a las
empresas la propiedad sobre las semillas- sigue alentando las
diferencias entre la mul-tinacional y el Gobierno que encabeza Mauricio
Macri.
El conflicto ya suma más de cuatro meses desde que cobrara
visibilidad el control sobre los granos que la compañía lleva a cabo en
los puertos de exportación.
En esta contienda, poco a poco, la balanza parece inclinarse a favor de Monsanto, que ya dejó de reclamar en soledad.
Según
confirmaron fuentes vinculadas con la multinacional, la compañía
celebró un encuentro con Gustavo Lopetegui, coordinador del equipo
económico del macrismo.
El hecho a destacar es que ahora lo hizo en
representación tanto de sus intereses como los de la Asociación
Semilleros Argentinos (ASA), la cámara de la industria aceitera (CIARA),
la Fede-ración de Acopiadores y la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
En
concreto, este reclamo mancomunado implicó para Monsanto el contar,
además, con el pleno respaldo de varios "peso pesado" en su disputa
contra el Gobierno.
Entre ellos, empresas de la talla de lave del
Bayer, Basf, Syngenta, Nidera, Dow o Bioceres. Es decir, con el apoyo de
compañías que también desarrollan soja y otros cultivos modificados
genéticamente.
"Ahora somos una coalición. Si bien hay un cuarto
intermedio, eso no quiere decir que Monsanto haya dejado de aplicar los
controles en los puertos", aseguró a un importante ejecutivo de la
compañía.
El bloque que encabeza Monsanto ofreció concesiones al Gobierno que terminaron siendo rechazadas.
Entre
ellas, eliminar el cobro automático (en los puntos de entrega y de
exportación) de todos aquellos granos derivados de semillas que no
fueron abonados en bolsa.
Al mismo tiempo, abrió el juego a que el
testeo sea llevado a cabo por organismos del Estado y no por la empresa y
que los productores sean informados en caso de que se detecten
ilegalidades, para así poder ejercer sus derechos.
"No hemos
planteado inconveniente alguno en que la supervisión la haga el Estado.
Pero la realidad es que hasta ahora nos dijeron que no, más allá de lo
que han publicado distintos medios. A partir de ahí, todo se volvió a
empantanar", confirmó la fuente.
El directivo remarcó que el Gobierno
no quiere modificar las condiciones de los exportadores porque, en
definitiva, se estarían movilizando mercaderías en infracción, en
violación de las patentes de Monsanto.
"El Estado debería permitir la
inclusión de una cláusula con los 'traders' para que se nos informe
cuándo alguien entrega soja de la que no fue abonada la patente. También
en esto los funcionarios se pronunciaron en contra de nuestra
propuesta", señaló.
Al finalizar el último encuentro, Monsanto y sus
"coalición" se retiraron de las negociaciones muy disconformes y con
una postura clara y firme: no acordar.
Lo cierto es que así se
man-tiene la contienda por estas horas, más allá de versiones
periodísticas hayan informado sobre un arreglo.
Irse de Argentina ¿una posibilidad?
Desde
el año pasado, Monsanto viene bregando para que ruralistas le paguen
regalías por el desarrollo e innovación incluidos en sus semillas.
Al
ver que la gran mayoría de los cargamentos no estaba en regla, entonces
comenzó a hacer la supervisión por su cuenta en los puertos.
El
Gobierno vetó esa supervisión compulsiva que venía haciendo. Entonces,
la firma redobló su ofensiva anunciando que cancelaba por completo los
lanzamientos de nuevos productos en la Ar-gentina.
Tal decisión
implicó la sus-pensión de la soja modificada genéticamente que iba a
pre-sentar, bautizada con el nombre de "Xtend".
Se trata de una
semilla que combina resistencia a los herbicidas glifosato y dicam-ba.
La salida a escena del pro-ducto, pensado por Monsanto para potenciar la
expansión del cultivo en nuevas zonas agrícolas, estaba pautada para
septiembre.
Pese a su disconformidad con el Gobierno, el directivo
consultado por iProfesional tildó de "ridículas" las versiones que daban
cuenta de que la compañía iba a quemar o a destruir sus reservas de
X-tend.
"¿A quién se le ocurre que con la inversión que hemos llevado a cabo podemos llegar a tomar una decisión así?", expresó.
Añadió
que el producto Xtend aún no ha sido aprobado para uso comercial en la
Argentina y que cualquier accionar que se quiera realizar con la semilla
requiere de la aprobación del INASE.
El desarrollo de Xtend le
insumió a Monsanto un desembolso cercano a los u$s350 millones. Buena
parte de ese monto se destinó a pruebas en las provincias de Buenos
Aires (Pergamino) Santa Fe y Córdoba.
Además de descartar la quema de
semillas, el directivo reconoció que la compañía estudia retirarse
totalmente del mercado de soja si el Gobierno no flexibiliza su posición
ante los pedidos del ahora "bloque semillero".
"Dejar de operar en
la Argentina es una posibilidad que estamos evaluando", aseguró, al
tiempo que expresó que "si no están dadas las condiciones, puede
repetirse lo sucedido en 2003".
El directivo no descarta que la
multinacional se vaya de la Argentina si no se le es reconocido sus
derechos a cobrar por su invención.
Detalle del conflicto
Desde
el año pasado, previo acuerdo con exportadores, la compañía lleva a
cabo en los puertos un monitoreo de los cargamentos de granos para
detectar el uso "pirata" de su innovación.
En caso de detectar que la
soja entregada no figura entre las bolsas comercializadas por la firma,
entonces pro-cede a cobrar una tasa de u$s15 por tonelada a quienes
entregan esos granos.
Hace más de un mes, tras la fuerte oposición
contra la multinacional entablada por entidades como la Sociedad Rural
Argentina (SRA), el Ministerio de Agroindustria dictó la resolución 140
por la que obligó a Monsanto a homologar su sistema de monitoreo.
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