Por: Carolina Botero Cabrera
El Comité Olímpico de EE.UU. envió una carta a los patrocinadores de
atletas que no son patrocinadores de las olimpiadas, advirtiéndoles que
no pueden postear sobre las competencias en sus cuentas corporativas.
Este Comité negocia con los patrocinadores de los deportistas el uso
exclusivo de las marcas asociadas a los juegos. Esto supone restringir
su uso dentro del marco de las normas de propiedad intelectual. Les
propongo preguntarse ¿qué tan lejos pueden llegar en la era de Internet
y, sobre todo, de Twitter?
Resulta que el Comité Olímpico de
EE.UU. ha registrado como marcas en ese país expresiones como “Olimpic”
(olímpico) o “Go for the Gold” (ve por el oro) y también etiquetas de
twitter como #Rio2016 o #TeamUSA (#EquipoUSA). En la carta se les dice
que por no ser patrocinadores de las olimpiadas no pueden usar esas
“marcas”, es decir, no pueden usar expresiones comunes
para referirse al hecho de actualidad pues estas expresiones,
inexplicablemente, están registradas, aducen que hay una explotación
comercial no permitida.
En este panorama podemos imaginar la gimnasia
que tienen que hacer la mayoría de las empresas de ese país, que no
pagaron el costoso patrocinio, para unirse a una fiesta en la que se
busca que todo un país se involucre. Pero el comité va más allá. La carta afirma que
a menos de que sean medio de comunicación tampoco pueden mencionar
resultados, ni repostear información de las cuentas oficiales o usar
fotos tomadas durante las olimpiadas. Es decir, llegan incluso a afirmar
que ¡existe propiedad intelectual sobre los hechos que se generan
durante los juegos! Es posible que antes de las redes sociales esto no
tuviere un impacto tan importante. Hoy es inaceptable pues es la
prohibición para hablar.
En Colombia WinSports y RCN, que tienen derechos exclusivos para transmitir el campeonato local de fútbol, reclaman a las redes sociales por contenidos que los aficionados cuelgan en sus plataformas sobre esa competencia. En la misma línea en el Metropolitano han circulado comunicaciones
pidiendo abstenerse de tomar imágenes de los partidos (excepto a
periodistas registrados). Hay un patrón peligroso en el que la propiedad
intelectual amenaza a la libertad de expresión.