elglobal.- Donald Trump todavía no ha tomado posesión de su cargo como presidente número 45 de Estados Unidos y ya ha hecho saltar todas las alarmas en el seno de la industria farmacéutica.
Su primera intervención pública tras su victoria en las presidenciales
de noviembre y a tan solo nueve días de habitar la Casa Blanca ha puesto
contra las cuerdas a este sector industrial, cuyo mercado en EE.UU es
el primero del mundo. Aunque es verdad que Trump a lo largo de la
campaña esgrimió la bajada de precios de los medicamentos como uno de
sus principales argumentos electorales, que sus primeras palabras fueran
dirigidas al sector farmacéutico ha causado una gran impresión.
De entrada, Trump anunció que una
de sus primeras medidas irá dirigida a intervenir el mercado
farmacéutico, concretamente la política de establecimiento de precios.
“El Gobierno debe trabajar en nuevos procesos de adjudicación,
licitación y control: la industria farmacéutica es un gran lobby, tiene
mucho poder, y hay muy poca intervención”, señaló el todavía presidente
electo.
Con el anuncio de un mayor intervencionismo, Trump
parece apostar por cumplir esa promesa electoral en la que abogaba por
reducir los precios de los fármacos y poner coto a los beneficios de la
industria. “Hay que aumentar las subastas y licitaciones para obtener un precio más competitivo. Somos el mayor comprador de medicamentos y no disponemos de suficientes subastas. Vamos a comenzar a hacerlo y a ahorrar miles de millones de dólares”, destacó.
Pero este no ha sido el único mensaje lanzado por Trump a la industria farmacéutica. Concretamente, ha reclamado a las compañías estadounidenses que vuelvan a producir en aquel país. “Nuestra industria farmacéutica tiene que volver. Somos el país que más fármacos consume pero no los fabricamos aquí”,
aseguró. Estas declaraciones se enmarcan dentro de la política de Trump
de recuperar la industria del país y en anteriores ocasiones ha
denunciado la deslocalización de compañías fuera de las fronteras
estadounidenses.
A nadie debe extrañar estas declaraciones de
Trump cuya política empresarial hacia recuperar la producción en Estados
Unidos era pública y notoria en campaña y que se ha iniciado con
presiones sobre otro sector clave en la economía estadounidense como el
de la automoción. Eso sí, el adalid de la reducción de precios para los fármacos en campaña fue su rival, la demócrata Hillary Clinton, por lo que no
han sido pocos los miembros de la industria que se muestran
sorprendidos por la agresividad de Trump hacia la industria
farmacéutica.
Las primeras reacciones no se han hecho
esperar, aunque los miembros de la industria lo han hecho de un modo
conciliador. El CEO de la patronal PhRMA, Stephen Ubl, aseguró que “los
medicamentos se compran en un mercado competitivo donde grandes y
sofisticados compradores negocian agresivamente precios más bajos”.
Además aseguró que la industria está “comprometida a trabajar con el
presidente electo Trump y con el Congreso para mejorar la competitividad
de EE.UU y proteger los empleos estadounidenses”.
Caídas generalizadas
Las palabras de Trump tuvieron consecuencias inmediatas.
La cotización bursátil de la industria farmacéutica en Wall Street cayó
en picado y los valores farmacéuticos experimentaron pérdidas sensibles. A los pocos minutos de la intervención de Trump las nueve mayores compañías farmacéuticas por capitalización del mercado (Johnson&Johnson, Pfizer, MSD, Amgen, AbbVie, Bristol-Myers Squibb, Gilead, Celgene y Eli Lilly) perdieron unos 24.600 millones de dólares en 20 minutos.
El fondo SPDR S&P Biotech, que registra las acciones farmacéuticas,
cayó casi un 4 por ciento en ese período, mientras que el iShares
Nasdaq Biotechnology Index cayó un 3 por ciento. Pese a todo, las
pérdidas experimentadas son insignificantes ante la capitalización de
estas empresas.