lunes, 7 de agosto de 2017

El robo de los secretos comerciales causa pérdidas de 3 billones de euros


El robo de los secretos comerciales causa pérdidas de 3 billones de euros
Las empresas deben proteger su información confidencial, expuesta a las nuevas tecnologías (Dimitri Otis / Getty)
El aumento de los ataques informáticos a las empresas y el creciente peso que tienen los activos intangibles en la moderna economía industrial han disparado el fenómeno de los robos de los secretos comerciales en todo el mundo. El caso reciente entre Waymo y Uber, en el que se acusa a un exempleado de la primera de haberse llevado de forma indebida datos relevantes sobre el desarrollo del coche autónomo, es sólo la punta de un iceberg, porque las empresas hoy más que nunca custodian muchos secretos bajo la superficie. Desde fórmulas y métodos a procesos y sistemas de desarrollo.

La consultora PwC, en su estudio Economic impact of trade secrets thefts, estima que a causa de estas sustracciones fraudulentas, las compañías de todo el mundo pierden cada año hasta 3 billones de euros, el equivalente del 5% del PIB mundial.
En una comparecencia del FBI en el Senado de Estados Unidos en el 2014, la policía federal dijo que el número de casos de espionaje económico, copia no autorizada, incumplimiento de la confidencialidad y robo del llamado know-how sólo en ese país se habían disparado en un año un 60%. De hecho, en la última década, los casos de violación de secretos que acabaron en los juzgados estadounidenses se han triplicado. El origen del fraude es variado, aunque el FBI señaló en aquella ocasión a Pekín. “China depende del espionaje industrial, fuerza transferencias de tecnología y la piratería forma parte de su sistema de innovación mercantil”, aseguró.
Sea como sea, nadie parece estar realmente a salvo. “En nuestra era digital, es cada vez más complicado mantener un secreto”, reconocía Paul Rawlison, ejecutivo de Baker McKenzie, un bufete que acaba de presentar un informe sobre este tema: The rising importance of safeguarding trade secrets. “Parece que todo acabe en una red social”, alertó. En una encuesta llevada a cabo por este despacho, se detectó que el 82% de los empresarios consideran los secretos como “parte esencial de su negocio”. Casi la mitad de los 400 directivos encuestados dijo que esta información es más importante que sus patentes y sus marcas.
Pero un 20% de las firmas reconoció haber sufrido robos y menos de un tercio de las ellas admitió disponer de procedimientos para responder a la amenaza de los robos. Ahí está el problema.
Para paliar el peligro, la UE presentó el año pasado una directiva, que España todavía no ha transpuesto en su ordenamiento jurídico, aunque lo hará en breve. Hasta que no entre en vigor la nueva normativa, a las empresas no le queda más opción en la práctica que confiar en la ley contra la competencia desleal, una norma obsoleta de 1991, de antes de la llegada de Internet. Así, no es extraño que a menudo, en los casos conflictivos –como en los acuerdos de franquicia en la que se transmite información sensible–, sea el juez quien deba decidir qué es secreto y qué no.
Ahora, el panorama va a cambiar de forma radical. La directiva elimina la incertidumbre. Considera secreto comercial toda aquella información que no sea generalmente conocida, ni fácilmente accesible por personas del entorno, que tenga para la empresa un valor comercial o alguna ventaja competitiva y que la persona que controla dicho contenido adopte medidas razonables con el fin de mantenerlo oculto. En resumen, establece elementos objetivos, subjetivos y patrimoniales para garantizar una tutela jurídica más eficaz.
Cristina Duch, socia de propiedad intelectual de Baker McKenzie en Barcelona, reconoce que esta tutela era necesaria, porque “estamos en un momento de innovación máxima. Y cada derecho intangible de la empresa inicialmente es un secreto antes de que logre algún otro tipo de protección como marca y patente. Como ahora es mucho más fácil acceder a los datos, las compañías de repente se han­ dado cuenta de que no habían cerrado la puerta con llave”. Los espías están avisados.