China,
Corea del Sur y Estados Unidos se sitúan a la cabeza y, al margen de las
implicaciones en materia de seguridad nacional que pueda tener una
victoria china, EEUU ha optado por recurrir al proteccionismo para no
ver a Pekín levantando el trofeo del control sobre las comunicaciones.
Estados
Unidos, adalid del libre comercio, se ve amenazado y ha cambiado su
doctrina. Aunque Washington ya ha impuesto medias proteccionistas en
otros sectores, en la carrera tecnológica "está en juego el liderazgo
mundial", señala el economista Juan de Lucio Fernández, profesor en la
Universidad Antonio de Nebrija.
Los aliados estaban a punto de ganar la Segunda Guerra
Mundial y, reunidos en el complejo hotelero de Bretton Woods, en New
Hampsire, decidieron la arquitecura del nuevo sistema financiero
internacional. Se acordó poner fin al proteccionismo comercial del
periodo anterior, se creó el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional y se adoptó el dólar como moneda de referencia
internacional y garantía de valor del dinero.
Desde entonces se encargó de proclamar los beneficios del libre comercio
y de presionar a los países para eliminar barreras y aranceles. Tres
años después de aquella conferencia en New Hampsire, en 1947, 23 países
firmaron el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT,
por sus siglas en inglés) –predecesor de la Organización Mundial del
Comercio– con el objetivo de reducir barreras. Por aquel entonces, las exportaciones de EEUU representaban el 21,6% de las exportaciones del mundo (el
segundo era Reino Unido con un 11,3%). Evidentemente, que esas
exportaciones no estuviesen sujetas a aranceles en sus países de destino
les beneficiaba.
En 1986, 123 países ya eran parte
del GATT y todos se habían comprometido a desarrollar economías abiertas
y a reducir aranceles. En esas cuatro décadas los aranceles a las importaciones en el mundo pasaron aproximadamente de un 30% a un 5%.
Finalmente, en 1994, el GATT se fortaleció y se convirtió en la
Organización Mundial del Comercio (OMC), consolidando la famosa cláusula
de la nación más favorecida. Esta disposición establece la extensión
automática a todos los miembros de la condición comercial más favorable
que se aplique a uno de ellos.
La pelea por el ingreso de China en la OMC
China
fue uno de los Estados fundadores del GATT en 1947, pero dos años
después abandonó el acuerdo tras la llegada al poder del gobierno
comunista. En 1986 pide ser readmitido y se inicia entonces un largo
periodo de 15 años de negociaciones que culminaría en 2001 con su ingreso definitivo en la OMC. El entonces presidente, Bill Clinton, lo anunció como una gran victoria
que traería enormes beneficios económicos a EEUU y permitiría una
apertura de la sociedad China, así como el inicio del camino a la
democracia.
El acuerdo entre ambos se produjo tras
unas tensas negociaciones en 1999 que se extendieron durante seis días, a
pesar de que inicialmente solo se programaron dos. China accedió a
reducir los aranceles a las importaciones estadounidenses de un 22% a un
17%.
"Uniéndose a la OMC, China no solo acepta
importar más productos nuestros, sino que acepta importar uno de los
valores democráticos más preciados: la libertad económica", afirmó
Clinton. Incluso habló de importación de productos tecnológicos, pero lo
hizo desde la superioridad absoluta que gozaba EEUU entonces: "China
eliminará las tarifas a los productos de tecnología de la información,
haciendo los instrumentos de las comunicación más baratos, mejores y más
accesibles. Sabemos cuánto ha cambiado Internet EEUU y ya somos una
sociedad abierta. Imagínense cuánto puede cambiar China".
Pero
EEUU ha cambiado de opinión y el caso de Huawei es la máxima expresión
de una guerra comercial mucho más amplia. "EEUU se equivocó en apoyar la
entrada de China en la OMC", señaló el representante de Comercio de
Trump en un informe en enero de 2018.
En
defensa de su política proteccionista para presionar a China y otros
socios comerciales, el informe de enero de 2018 afirma: "EEUU es un país
independiente y nuestra política comercial se hará aquí, no en Ginebra.
No permitiremos que el Órgano de Apelaciones de la OMC y el sistema de
arreglo de disputas meta a EEUU en una camisa de fuerza". El
Órgano de Apelaciones es el máximo tribunal comercial del mundo y la
herramienta principal de la organización para imponer sus reglas.
Trump
ha impuesto aranceles por un valor de 250.000 millones de dólares a las
importaciones procedentes de China para exigir cambios en lo que
considera políticas injustas de propiedad intelectual, transferencias de
tecnología, subsidios y acceso al mercado doméstico.
"Cuando
le ha interesado el libre comercio, EEUU ha utilizado a terceros
poniéndoles en una posición de presión y ahora da una vuelta atrás y se
coloca en la situación de proteccionismo", afirma Gustavo Palomares,
profesor de Política Exterior de EEUU en la Escuela Diplomática de
España. "No conviene olvidar que el año que viene hay elecciones
presidenciales. Trump prometió el 'America first' y gran parte del
electorado que votó a Trump pide pruebas prácticas de que ese 'America
First' se lleva hasta el final con todas las consecuencias. Por tanto,
también hay un interés electoral", añade.
China ha
denunciado los aranceles de Trump en el organismo internacional y el
caso probablemente acabe en el Órgano de Apelaciones de la OMC. Sin
embargo, este organismo está a punto de morir por el empeño de EEUU.
El tribunal se compone de siete jueces, pero ya solo quedan tres porque
el gobierno de Trump ha vetado constantemente su renovación. El mínimo
para que el órgano pueda operar son tres, pero dos de ellos se renovarán
en diciembre de 2019 y si EEUU continúa con su política, el mayor
tribunal comercial del mundo quedará inoperativo.
El Estados Unidos actual ya no es el EEUU de 1948 que representaba el 21% de las exportaciones mundiales (en 2017 esa cifra era del 9%)
y recurre al proteccionismo para evitar que Huawei entre en EEUU y se
haga con el control de Internet y de la gran cantidad de información que
por allí circula.