domingo, 11 de agosto de 2019

España: Grandes multinacionales compran patentes del IDIS para hacer fármacos


¿Patentar o publicar? Esa es la cuestión. Un millar de sanitarios y científicos colaboran con el Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS) para mejorar la vida de los pacientes.


 Pero sus avances pueden plasmarse de dos formas, en publicaciones de prestigio o protegiendo los hallazgos a través de patentes, que además pueden venderse a grandes empresas que desarrollen el proceso o fármaco adquirido. El IDIS es consciente de esta necesidad de patentar y ha solicitado ya sesenta, de las que once están concedidas y seis licenciadas. ¿Qué quiere decir esto último? Que se han vendido y ya generan beneficios.
José Castillo, director del IDIS, explica que alguna de ellas, en concreto un tratamiento para la enfermedad vascular cerebral, fue adquirido por una gran multinacional farmacéutica de la India, que desde su adquisición ha seguido solicitando al IDIS nuevos proyectos para generar más conocimiento. «Con ello hemos ingresado una cantidad de dinero importante», cuenta este neurólogo. De hecho, la FDA, la agencia del medicamento de Estados Unidos, ya ha dado el visto bueno al tratamiento. ¿Qué ocurre ahora? Que la compañía, para seguir adelante, debe llevar a cabo un estudio multicéntrico internacional que puede costar decenas de millones de euros «por lo que ahora tendrán que pensar su estrategia comercial, ver la viabilidad y decidir si siguen o no adelante. ¡Nos tienen con el corazón en un puño!», admite Castillo.
Porque patentar está lejos de ser un proceso sencillo y ágil. En primer lugar no todo es patentable. Cuando un investigador produce conocimiento, solo puede patentarse un proceso o un método, no el conocimiento puro y duro. El primer paso es acudir a la Oficina Española de Patentes, que tarda meses en comprobar si la petición es patentable y no está registrada en ninguna parte del mundo. Obtenida esta protección española, la propiedad intelectual solo se preserva en España, algo casi inútil a nivel científico. Empieza entonces el proceso en la oficina europea y en la americana, ya que no existe un organismo a nivel internacional. En total, un coste de entre 50.000 y 100.000 euros y unos dos años de proceso durante los cuales, además, no se pueden publicar los resultados obtenidos, ya que de hacerlo no se podrían patentar. «El problema de los investigadores -explica el director del IDIS- es que por un lado nos fuerzan a comunicar los resultados y por otro el proceso de registro de la patente es lento y carísimo».
Lo que tratan de hacer los científicos en estos casos, como han hecho ya con seis patentes, es venderla, ya que a partir de ese momento es la empresa que la adquiere quien asume todos los costes, y casi todos los beneficios. Los científicos se quedan con la propiedad intelectual y con un beneficio económico que suele oscilar entre el 5 y el 15 %.

Los científicos prefieren publicar a iniciar estos procedimientos

Los investigadores lo tienen claro, prefieren publicar sus resultados en revistas de alto impacto a iniciar un procedimiento de este tipo, en cuyo caso solo podrán publicar cuando se apruebe la patente, «no cabe duda de lo que prefieren, todos necesitamos nuestra erótica, y la del científico es publicar», apunta Castillo. Eso sí, en el otro lado de la balanza está el pragmatismo y la necesidad de buscar recursos y, aunque sea un mecanismo engorroso, la patente es una herramienta más para captar fondos.
Las cifras hablan por sí solas. Desde que en el año 2010 el IDIS logró la acreditación del Instituto de Salud Carlos III, este centro se ha convertido en uno de los más productivos, con más de 4.600 artículos originales. También en el número de patentes estos laboratorios están en los primeros puestos a nivel nacional, con 60 solicitadas, aunque la cifra es muy inferior al volumen de publicaciones. A ello hay que sumar que no todos los resultados de investigación son patentables.