La agencia no puede igualar los salarios del valle, lo que limita su capacidad de atraer y retener talento. Para solucionarlo, ha creado un nuevo laboratorio para proyectos tipo ‘skunkworks’ que permitirán a sus creadores patentar sus ideas y llevarse un 15 % de los beneficios por propiedad intelectual
La CIA, la agencia de espionaje más famosa de Estados Unidos tiene un gran rival al que parece que no puede vencer: Silicon Valley (EE. UU).
El organismo lleva mucho tiempo investigando, desarrollando y fabricando tecnología innovadora, y quiere liderar varios campos, como la inteligencia artificial y la biotecnología. Sin embargo, reclutar y retener el talento capaz de desarrollar estas herramientas es un reto en muchos aspectos, especialmente porque no puede igualar los salarios, la reputación y las patentes de Silicon Valley.
Para intentar solucionar su problema ha creado CIA Labs, un nuevo proyecto tipo skunkworks con el que intentará reclutar y retener el talento ofreciendo incentivos a los empleados. Con la nueva iniciativa, los oficiales de la CIA podrán por primera vez registrar públicamente sus patentes como propiedad intelectual y cobrar una parte de las ganancias. La agencia se hará cargo del resto del saldo. La directora de Ciencia y Tecnología de la CIA, Dawn Meyerriecks, afirma que en el mejor de los casos la investigación y el desarrollo de la agencia podrían acabar pagándose por sí solos.
“Ayudará a mantener la posición dominante de Estados Unidos, especialmente desde el punto de vista tecnológico. Es algo realmente crítico para la seguridad nacional y económica. También democratiza la tecnología al ponerla a disposición del planeta permitiendo que el nivel suba para todos”, subraya Meyerriecks.
No es la primera vez que la agencia estadounidense comercializa la tecnología que ayudó a desarrollar. La CIA ya patrocina su propia empresa de capital de riesgo, In-Q-Tel, que ha apoyado a varias otras como Keyhole, con la tecnología esencial que ahora utiliza Google Earth. Meyerriecks admite que la CIA mantiene relaciones con una variedad de inversores de capital riesgo con el mismo objetivo.
También trabaja en estrecha colaboración con otras ramas del Gobierno, como la Actividad de Proyectos de Investigación Avanzada de Inteligencia, para realizar investigaciones básicas y costosas donde el sector privado y las universidades no suelen invertir. Lo que CIA Labs pretende llevar a cabo de una manera diferente es centrarse más desde dentro para atraer, y luego retener, a más científicos e ingenieros, y convertirse en un socio de investigación para la academia y la industria.
Los empleados que desarrollen nuevas tecnologías en CIA Labs podrán patentar, licenciar y beneficiarse de su trabajo, obteniendo el 15 % de los ingresos totales del nuevo invento hasta un límite de 128.000 euros al año. Eso podría duplicar la mayoría de los salarios de la agencia y provocar que el trabajo sea más competitivo con Silicon Valley.
CIA Labs se dedicará a campos como la inteligencia artificial, análisis de datos, biotecnología, materiales avanzados y computación cuántica de alto rendimiento.
Un ejemplo de un problema directo que Meyerriecks menciona que la agencia sufre es la gestión de la enorme cantidad de datos que recoge. Los militares y las agencias de inteligencia de todo el mundo se ocupan de una variedad de sensores como, por ejemplo, el tipo de la tecnología que se encuentra en los drones. Los propios sensores de la CIA absorben montones incalculables de datos por segundo, explica. Los oficiales quieren desarrollar un poder computacional masivo en un sensor relativamente pequeño y de baja potencia para que la clasificación de información se pueda llevar a cabo rápidamente en el propio dispositivo en vez de enviarla de vuelta a un sistema central.
Por supuesto que los esfuerzos para desarrollar una nueva tecnología inevitablemente plantean preguntas sobre cómo se utilizará realmente, especialmente en una agencia que lleva mucho tiempo siendo un instrumento fundamental del poder estadounidense. Algunos inventos no han resultado controvertidos: durante la Guerra Fría, recuerda Meyerriecks, la agencia ayudó a desarrollar las baterías de iones de litio, una fuente de energía innovadora ahora ampliamente utilizada. Más recientemente, en cambio, durante la guerra contra el terrorismo, la agencia invirtió recursos en el avance de la tecnología incipiente de drones que ha hecho que el asesinato encubierto habilitado por la tecnología sea el arma preferida de todos los presidentes estadounidenses desde el 11 de septiembre, a pesar de la controversia en curso sobre su posible ilegalidad.
Fuente: technologyreview.es