Duplicar
los investigadores no implica ser eficaces ni competentes
En el
artículo publicado en Rebelión.org, Argentina duplicó la
cantidad de científicos e investigadores desde el 2002 su autor, Marcelo Posca, realizó un desarrollo
histórico de las políticas de ciencia e investigación a través de los gobiernos
democráticos y de facto en relación a una variable que si bien es relevante en términos
cuantitativos no supone necesariamente resultados que puedan definirse como
logros del Ministerio de Ciencia y Tecnología (CyT) de Argentina en relación al
organismo estatal CONICET. Ni siquiera puede considerarse una política al
servicio de los intereses nacionales y populares.
El autor no centra su sistema argumental en las
políticas del CONICET (probablemente porque poco tenga que decir al respecto)
sino que se pregunta y plantea puerilmente “por qué un hecho tan importante
como la duplicación de científicos e investigadores por parte del CONICET desde
el año 2002, no fue noticia en ninguno de los medios dominantes (http://www.nodal.am/index.php/2013/09/argentina-duplico-la-cantidad-de-cientificos-e-investigadores-desde-el-2002/).”
EL problema no es la censura del “grupo clarín”,
a quien no pudo ganársele la batalla de la “ley de medios” por no tener la
correlación de fuerzas necesarias para hacer cumplir la normativa de manera
total, sino el contenido y los fines de las investigaciones llevadas a cabo por
el CONICET en esta última década y en particular en los últimos años de la mano
de Lino Barañao.
Por supuesto que las políticas neoliberales y de
libre mercado en los países en desarrollo han dictado las políticas en ciencia
y tecnología e investigación y desarrollo (I+D),a través de todos los gobiernos
títeres que han pasado por este país salvo contada excepción (1945-1955), década
de mayor nacionalización de la política de ciencia y tecnología de la historia
argentina.
Los centros de poder mundial controlan
actualmente el 95% de la producción de CyT en todo el mundo sumando a Estados
Unidos, Unión Europea y Japón. Estos países junto a Canadá, China y Corea del
Sur agrupan alrededor del 96% de las solicitudes de patentes tecnológicas del
mundo. Este hecho abrumador del control de la ciencia y tecnología en pocos
países no justifica a que los países como Argentina a que deban adoptar un
modelo de CyT e I+D similar al modelo de Estados Unidos o Unión Europa donde se
ponen los recursos financieros y humanos de todo un Ministerio y un centro de
investigación estatal al servicio de investigaciones que concluyan en el
patentamiento y el cobro de regalías de empresas extranjeras para conseguir
fondos para más investigaciones, sobre todo si las investigaciones y las
patentes se direccionan a desarrollos farmacéuticos y de variedades transgénicas
de semillas ligadas a empresas controladas por MONSANTO (unas 20 patentes de
semillas han sido presentadas también por el INTA en la oficina de patentes de
EE UU).
Esta sea tal vez la mayor censura democrática que
impone el CONICET a toda la sociedad argentina, intentando hacer creer que la “repatriación”
y la duplicación de investigadores nos lleva a la emancipación o soberanía
tecnológica cuando en realidad y por las pruebas a continuación el CONICET ha
planteado una política de acompañamiento a las corporaciones transnacionales farmacéuticas
y agro-tecnológicas convirtiendo en mercancía los resultados de las
investigaciones científicas. Este hecho es ocultado a la sociedad argentina.
Estas bajas cifras de invenciones científicas que pretenden patentarse en los Estados Unidos representa un bajo nivel de esfuerzo innovativo por parte del organismo más importante de investigación del país, luego que el gobierno de Néstor Kirchner creara un Ministerio para impulsar el desarrollo tecnológico de la Argentina.
A pesar del número de investigadores con los que cuenta el país (en el año 20110 ascendían a 58.358, sin considerar a los becarios), 14 patentes en la oficina de patentes de EE UU es una cifra casi ridícula para la cantidad de papers que los investigadores publican anualmente, considerando además el aumento de la inversión del gobierno de Cristina Fernández en investigación y desarrollo, que ascendía de acuerdo a datos oficiales a un 0.61% del PBI del país (580.43 billones de dólares en 2010).
El estudio muestra además que el financiamiento y la política del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Argentina, de quien depende el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) ha orientado la solicitud de patentes hacia la industria farmacéutica y no al desarrollo de nuevas tecnologías prioritarias para el avance tecnológico del país, de acuerdo a un estudio realizado por el Observatorio Sudamericano de Patentes.
De acuerdo al investigador Tarso López, el sistema científico y tecnológico estaría atravesando grandes fallas en materia de resultados de investigaciones a ser patentados, pues 14 solicitudes en los últimos 4 años representan un fracaso de la política del CONICET y del Ministerio de CyT en materia de ciencia aplicada.
El listado de patentes solicitadas por el CONICET en los Estados Unidos es el siguiente:
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