24 Horas
Empresas nacionales temen las estrategias legales de las farmacéuticas
trasnacionales en el marco de las negociaciones del Acuerdo
Transpacífico; el periodo de gracia solicitado por México sería
insuficiente, dicen
El presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de
Medicamentos (Anafam), Alfredo Rimoch, advirtió que se avecinan
“presiones muy fuertes influenciadas por Estados Unidos” para extender
las patentes en el marco de las negociaciones del Acuerdo de Asociación
Transpacífico (TPP).
“La Ley de Protección Industrial en México estipula que las patentes
tienen una vigencia improrrogable de 20 años (…) Sin embargo, vienen
presiones muy fuertes influenciadas por Estados Unidos para
extenderlas”, dijo en entrevista con 24 HORAS el representante de la
Asociación que agrupa a las empresas nacionales que producen
principalmente medicamentos genéricos y cuyos representantes asistieron
como observadores a la última ronda de negociaciones del TPP llevada a
cabo en Hanói, Vietnam, a principios de septiembre.
De acuerdo con la Anafam, en dicho encuentro el gobierno mexicano
solicitó un periodo de gracia de ocho años ante la propuesta de ampliar
la vigencia de las patentes de los fármacos.
Sin embargo, para la agrupación, a pesar de este periodo de gracia
los grandes corporativos farmacéuticos tienen el objetivo de obtener
herramientas legales para prolongar su control sobre tratamientos con el
fin de mantener un alto costo.
Información del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI)
muestra que entre 2015 y 2019 vencerán las patentes de cuatro mil 852
medicamentos. Lo anterior abre la posibilidad para que los fabricantes
de genéricos puedan copiar las sustancias activas y comercializar los
fármacos a costos hasta 90% más bajos.
Cuestionado al respecto, el subsecretario de Comercio Exterior,
Francisco De Rosenzweig señaló que “lo que impulsa la Secretaría de
Economía con los organismos a cargo de la seguridad social en el país es
precisamente encontrar un equilibrio entre el suministro medicinas
genéricas, pero conservando un marco regulatorio que proteja la
innovación“,
El funcionario subrayó que la inversión en investigación permite
avanzar en la atención de nuevas enfermedades, por tanto será un tema
que seguirá en la discusión del TPP.
La contraofensiva
Los fabricantes nacionales temen que de ratificarse el TPP y al
concluir el periodo de gracia otorgado a México, farmacéuticas como
Pharma, Eli Lilly y Pfizer, utilicen herramientas legales para retrasar
la entrada al mercado de medicamentos genéricos al solicitar una
compensación al considerar que las autoridades sanitarias y de
protección industrial pueden retrasar incluso años la salida de sus
productos al mercado.
Las farmacéuticas arguyen que el costo elevado de sus medicamentos en
el mercado cubre la elevada inversión que destinan a la investigación y
desarrollo de nuevas fórmulas.
No obstante, para los fabricantes nacionales la eventual extensión de
las patentes ataría a los pacientes mexicanos a altos costos de
medicamentos. “El precio del medicamento se vuelve uno de los
principales factores para que la gente abandone su tratamiento”, dijo en
entrevista para 24 HORAS, Astrea Ocampo, directora comercial de Alpharma.
Por ejemplo, un tratamiento de patente para la hipertensión a base de
Micardis cuesta anualmente poco más de ocho mil pesos, en promedio; en
tanto, su costo puede ser de tres mil 300 pesos si se adquiere genérico.
En el caso de un antidepresivo Escitalopram, la caja de genérico
tiene un precio promedio de 350 pesos, mientras que el de patente cuesta
en promedio mil 400 pesos para el tratamiento de un mes, lo que sube el
costo a 16 mil 800 pesos al año y hace una diferencia de 12 mil 600
pesos.
La extensión de patentes en el marco del TPP afectaría a los medicamentos de más reciente generación.
Costo para la salud pública
Una extensión en las patentes también afectaría el costo de la salud
pública, especialmente en tratamientos de vanguardia como los
biotecnológicos, creados a través de una compleja investigación celular
para tratar enfermedades como el cáncer o enfermedades genéticas.
De acuerdo con Alfredo Rimoch, el presidente de Anafam, estas
terapias componen tan sólo 3% de todas las medicinas que adquiere el
Sector Salud mexicano, pero absorben la mitad del presupuesto destinado a
la compra de medicamentos.
Un fármaco como el Trastuzumab para tratar el cáncer de mama, del
cual no existe una versión genérica o “bioequivalente”, cuesta en
promedio 32 mil 175 pesos la caja. Un paquete de Eculizumab, aprobado
para tratar la hemoglobinuria paroxística nocturna–un defecto genético
que ocasiona una degeneración de los glóbulos rojos– tiene un precio de
97 mil pesos, y el tratamiento anual ronda los cuatro millones de pesos
por paciente.
El Ipilimumab creado para el tratamiento del melanoma, un tipo de
cáncer de piel, tiene un costo por caja de 70 mil 779 pesos, y un costo
anual por tratamiento de un millón 500 mil pesos, según estimaciones de
laboratorios Alpharma.
“El problema ya no es si hay o no una cura para una enfermedad, el
problema ahora es si hay dinero para pagar el tratamiento”, dijo Alfredo
Rimoch.