lanzadigital.- El exconsejero de Salud de la Junta ha denunciado en
la Facultad de Medicina de Ciudad Real la voracidad, tolerada por los
gobiernos, de la industria farmacéutica y los sobrecostes que encarecen
el sistema sanitario e impiden a los pobres acceder a los medicamentos.
Lamata ha participado en las Jornadas contra la Pobreza de la UCLM
Fernando Lamata, una de las voces más críticas contra el sistema de
patentes de los medicamentos, que ha hecho crecer de manera exponencial
el beneficio de la industria farmacéutica en los últimos veinte años, ha
asegurado hoy en Ciudad Real que este modelo “es una de las formas más
claras de robo que existen”.
El experto en gestión sanitaria y exconsejero de Salud de la Junta de
Castilla-La Mancha asegura que este monopolio para fabricar un
determinado medicamento, que dura veinte años e impide a otros
laboratorios comercializar algo parecido hasta que no pase ese tiempo,
se ha visto superado por las circunstancias. “La idea era que tuvieran
tiempo para recuperar lo que invertían en investigación y
comercialización, pero en la práctica sirve para que investiguen en lo
que quieren, es decir, en los tratamientos que dan beneficio económico”.
El acceso a los medicamentos y la pobreza
Lamata ha sido uno de los ponentes de la mesa redonda ‘El acceso a
los medicamentos y la pobreza: un reto del siglo XXI’, dentro de las
Jornadas contra la Pobreza que está celebrando desde mediados de mes la
Facultad de Medicina de la Universidad regional en Ciudad Real. Esta
tarse el debate se ha centrado en las enormes dificultades que tienen
los países más pobres para acceder a los medicamentos, y los
tratamientos médicos costosos, y cómo dentro de los países “ricos” están
aumentado las desigualdades, en gran medida por estos monopolios.
Lamata afirma que las grandes industrias farmacéuticas han pervertido
el sistema hasta invertir un 16% de los beneficios que obtienen en
investigación (muchas veces doblemente financiada porque recurren a
universidades públicas) y en torno a un 21% en comercialización, “el
resto es markéting y beneficio”, y ha puesto el ejemplo del medicamento
que cura la hepatitis C, el Sovaldi, un tratamiento de 84.000 dolares
cuando salió, cuyo coste de fabricación recuperó el laboratorio que lo
comercializa en un solo año.
1.713 millones por algo que cuesta 42
En tratar la hepatitis C la sanidad pública española ha gastado en
tres años 1.713 millones por algo que cuesta unos 42. Lamata ha dibujado
un panorama en el que las farmacéuticas, abusando de su posición de
fuerza en el mercado y de lo que considera “voracidad extrema”, cobran
cincuenta, cien o hasta quinientas veces más por un fármaco.
No se investiga lo que no es rentable
Otra consecuencia es que no se investiga en aquellas áreas que no
generan beneficios, como las enfermedades que todavía no se han
erradicado en los países pobres, a las que las farmacéuticas dedican
4,4%.
También ha pedido reflexión a los asistentes a la jornada, y ha
responsabilizado a los estados de permitir esta situación, puesto que
“han dejado la investigación médica en manos de las farmacéuticas”.
Psiquiátra de formación, Lamata considera que a este ritmo de aumento
en gasto farmacéutico la sanidad pública difícilmente podrá resistir, y
sólo las personas con más poder adquisitivo podrán medicarse.
Según ha explicado pese a los enormes avances médicos la expectativa
de vida de la población africana con respecto a la europea es de treinta
años menos, por esa falta de acceso a la medicina. Y en países como
España, pese a su sistema de sanidad pública, de diez años respecto a si
se tiene un alto poder adquisitivo o no.
En la mesa redonda han estado además Noemí Flores, responsable de
Cruz Roja provincial de personas en vulnerabilidad extrema, Rodrigo
Gutiérrez, director general de Calidad y Humanización de la Asistencia
Sanitaria de la Junta, y el decano de Medicina José Emilio Felíu.