Por Pablo Esteban
En su
acepción más directa “innovar” significa introducir una novedad. Pero
para introducir una novedad se requiere creatividad y para cultivarla es
necesaria cierta cuota de rebeldía. Cuando la ciencia se desmarca de
los cánones, se corre de las tradiciones y asume riesgos, las
posibilidades de transformar la realidad se vuelven menos utópicas.
Porque cuando los cerebros trabajan en equipo, el conocimiento comienza
–por fin– a tener algún sentido para los seres humanos.
Gustavo San Juan cultiva esta perspectiva y asegura que “la comodidad
perturba el ejercicio científico que verdaderamente modifica la
realidad”. Es arquitecto, investigador adjunto del Conicet y además,
dirige el Instituto de Investigaciones y Políticas del Ambiente
Construido (IIPAC, UNLP) y el Laboratorio de Modelos y Diseño Ambiental.
Aquí, narra cómo funcionan los sistemas diseñados por su equipo,
explica por qué es importante la producción científica cuando se aplica a
los problemas cotidianos de las personas y colma de sentido el concepto
de innovación a partir de sus propias experiencias con los sectores más
desfavorecidos de la sociedad.