Cristina Kirchner con folleto de soja transgénica de Monsanto en mano
Tarso López
La presidenta argentina, Cristina Fernández, ha
tenido siempre una debilidad particular, por todo lo que sea ciencia y
tecnología. Este fetichismo tecnológico producto de quien solo se ha dedicado
al derecho y a la política pero es tecnológicamente analfabeto en el amplio
sentido del concepto, la ha llevado a crear el extraño concepto de Soberanía
Satelital, al lanzar en próximas semanas un satélite en una órbita exclusiva.
Aunque este fetichismo no es nuevo: operada junto
a su esposo Néstor por el periodista deportivo y matemático Adrián Paenza, éste
logra crear un ministerio de CyT y colocar allí a un lobista de Monsanto, el
actual ministro Lino Barañao, también científico. La zanahoria vendida fue la
construcción de un Polo Tecnológico, un instituto de Investigación, la
repatriación de investigadores argentinos que fueron a trabajar voluntariamente
a Estados Unidos y Europa, pero que en crisis, decidieron volver de los lugares
donde ya no convenía quedarse.